domingo, 28 de octubre de 2012



LA ÚLTIMA LLAMADA

(Mensajes inolvidables)

      Recordaba hace unas horas, una película que vi hace un tiempo atrás. En una secuencia de la misma, en donde los soldados marchaban a la guerra de manera imprevista, muchos no tuvieron la posibilidad de despedirse de sus familiares. Aquellos que lo hicieron trataron de atrapar en esta última llamada, el calor de una voz conocida, que por algún tiempo seria lo único que le guardarían como el más valiosos recuerdo en razón de horas muy difíciles de sobrellevar. También recordaba el atentado a las torres Gemelas, particularmente uno de los aviones secuestrados desde donde a escondidas de los terroristas hablaban desde sus celulares a sus hogares, para darles la mala noticia. Muchos de esos llamados fueron a parar a una casilla de mensajes o sea que nadie les respondió en ese momento tan difícil. Quizás una fugaz despedida y unas palabras que resumían el amor que nunca olvidarían. Solo era marcar el número de casa aunque nadie respondiera, no importaba, importaba que esa llamada los trasladara imaginariamente por unos segundos al hogar, aunque nadie respondiera a  ese llamado.
También en relación a este tema pensé en aquellas veces que estando por asuntos de trabajo muy lejos de casa llamaba desde mi teléfono móvil para hablar con mi esposa y con mis hijos; para saber como estaban y contarles cuanto los extrañaba. De esta manera me sentía tan cerca de ellos como siempre. Una ultima llamada para darme aliento y fuerzas y sentirme confiado de que tanto ellos como yo estábamos  en las manos de Dios.
Pero que sensación de soledad es aquella que se percibe al esperar que alguien responda del otro lado y no lo hacen ¿nunca te sucedió? ¿No te sucederá?...
      Hace mucho tiempo (parece que fuera ayer) un hombre sintió la soledad en su mas alta manifestación, la tristeza profunda, tristeza del alma, ustedes me entienden ¿verdad? Esa tristeza de llamar hasta tres veces esperando que alguien atienda la llamada que a medianoche llega desesperadamente y nadie responde. Llamando a casa teniendo la certeza que una persona a determinado no responder por un buen tiempo.
¿Estas enojado padre? Respóndeme por favor, necesito escuchar tu voz…
Tres veces, es suficiente para entender que el silencio habla por si solo. Nada de explicaciones, no es el momento aun de saber por donde se fue el cielo en esta tristeza mortal.
Si…se que saben de quien hablamos, Jesús, en el huerto de Getsemani; donde fue a hacer la ultima llamada, la que le diera fuerzas y lo llevara por unos momentos al calor del hogar. Pero solo la suave brisa nocturna viene a ser el preludio de la violencia que se avecina como el rocío de la noche.
Nos hemos sentido como el, en verdad, cuando parece que todo el mundo esta en contra nuestra y clamamos por sentir aquella voz que nuestra alma reconoce y todo es silencio. Debemos reconocer que hemos olvidado el ministerio del silencio que Dios gobierna, es allí en donde aceptamos que si nada quiere decirnos, es porque hay un propósito futuro que solo podemos comprender abrazando su perfecta voluntad.

“Padre mío, si es posible pase de mi esta copa; pero no sea como quiero, sino como tu…
Otra vez fue y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío si no puedes pasar de mi esta copa
Sin que yo la beba, hágase tu voluntad…
Y dejándolos se fue, y oró  por tercera vez, diciendo las mismas palabras…”
                                                                                                                             Mateo 26: 39-42-44

¿Qué vemos en este cuadro?...usemos la imaginación que el relato del evangelista nos transmite, una llamada al cielo, cuando estamos a punto de rendirnos, de bajar los brazos…me he sentido así algunas veces. Cuando la carga de la prueba es muy pesada, cuando el enemigo viene con “cara de buenos amigos” para susurrarme al oído…
” ¿Confías en Dios aun? ¿Dónde esta tu Dios en estos casos? ¿Porque no te atiende cuando le llamas?...”
Y cosas como esas, usted me entiende. Pero Jesús comprendió que el silencio de su Padre era la continuidad de la historia y el acepto la actitud de quien había descolgado el tubo del teléfono real.
Yo quiero entrar a ese cuadro…Jesús no es atendido como en el desierto, cuando enfrento a satanás, los ángeles no le sirven, nadie le da contención, no tiene cobertura, sin amigos, sin Padre…sin belleza.
Todos tenemos alguna vez un Getsemani, nos sucedió, o nos sucederá alguna vez porque nuestra vida es cíclica, todo vuelve a su cauce y vuelve a comenzar como el primer día.
Imagino a Jesús guardando una pequeña moneda…un cospel…el debe hacer otra llamada…para el ultimo esfuerzo, aunque nadie responda, aunque no deseen hablar con el, lo intentara una vez mas. Pero no es en Getsemani en donde lo hará, allí no había señal y el tono indica “ocupado”
Buscara el lugar en el que la voluntad de su Padre vuelva ser aquello que lo motive a una nueva entrega dentro de la entrega. Un desgarro del alma que nos da testimonio del calibre de hombre que nos amo hasta el último suspiro en una cruz.
Jesús recuerda esa pequeña moneda y vuelve al intento…discar al cielo…hablar con papá, preguntarle…viajar a casa con solo cerrar los ojos y escuchar su voz…

“Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?… (Marcos 15:34)
Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen…
Entonces Jesús clamando a gran voz dijo:
Padre en tus manos encomiendo mi espíritu…” (Lucas 23: 46)

La ultima llamada a casa, aunque nadie responda. Y el recuerdo del Jordán en su bautismo, que parece tangible como la audible voz al corazón.
“Este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia.”
Y el recuerdo de la transfiguración junto a Elías y Moisés…y esa voz otra vez
“…Este es mi hijo amado, a el oíd”

      Imagine a Dios desechando la posibilidad de responder, imposible, Jesús se hizo maldición en el madero, todo el basural humano caía sobre el…y Dios: ¡No puedo ver a Jesús así!
La ultima llamada aunque quien esta del otro lado nos de la espalda.
La vislumbre de una resurrección es opuesta a lo más deseado, es dolor, silencio y tristeza, pero cuando se vive abrazado a la perfecta voluntad de Dios, se transforma en una bendición que afecta a muchos.
Alabemos el nombre de Jesús porque nos inspira en la fe a seguir creyendo que nuestra resurrección esta muy cerca. Resucitar a nuestros sueños, a nuestra paz, a todo aquello que El ya pago a precio de sangre…nada nos costo como a el. Aun así muchos tienen la osadía de no responderle a Dios cuando nos llama a través de la palabra a estar entre las brasas que arden por la pasión de aquel que dio su vida. Prefieren alejarse enfriarse y no tener comunicación, darle de baja en la línea porque alguna vez en alguna ultima llamada el no atendió rapidamente como pretenderían y no se pensó que tal vez Dios tenia otros planes y no eran como los nuestros.
Se lo que es estar solo…y llamar a casa…esperando oír una dulce voz y solo hay silencio.
El esta escuchando nuestra oración, sabe que es un momento difícil tal vez el que estamos viviendo y todo es una aparente injusticia por la cual habíamos trabajado para que esto no sucediera.  Pero los propósitos de Dios son tan excelentes que nos cuesta creer esto primeramente. Solo atinamos a ceder nuestra fe al punto de distorsionarla y dejarla en un estado lamentable, el propósito de Dios no fue comprendido de primera mano.
Les invito a cerrar sus ojos y hacer una oración…una última llamada tal vez…

Padre se que estas escuchando nuestras oraciones, gracias por la realidad de tu voz hablando a nuestro espíritu esta noche. Ayúdanos a sostenernos en tu voluntad en el momento en que queremos otra cosa para nuestra vida. Cuando queremos rendirnos, cuando sentimos que la tristeza y la soledad nos embargan.
Cambia nuestro corazón Señor y danos un nuevo pensamiento de fortaleza en el nombre de Jesús, Amen.


Resumen del mensaje dado el viernes 26 de octubre de 2012  en la iglesia El Buen Pastor por David Fernandez

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