…Soledades
En los
primeros tiempos en el ministerio, tuve el privilegio de trabajar en el área de
educación bíblica con niños, es un área de trabajo en la iglesia que valoro mucho. Tengo gratos recuerdos de aquellos años, conocerlos en sus
actitudes, en la manera de ser me enriqueció personalmente y aprendí a comprenderlos
como solo puede comprender quien tiene niños a cargo y que ademas son hijos.
Una mañana de domingo, cuando estaba
dispuesto a dar la clase bíblica siento que alguien entra . El sol se colaba por el ventanal y sus rayos marcaban la figura de una niña que llegaba por primera
vez a clase. Atine a saludarla dándole un beso en la mejilla y la invite a que se agregara al grupo. Esa luz exterior me cegó
por unos segundos y no capture su rostro inmediatamente. Se sentó y allí cabizbaja escuchaba la clase.
Cintia tenía una hermosa cabellera que cubría la mitad de su rostro. Pronto me di cuenta del motivo, la
mitad de su rostro estaba desfigurado por un terrible accidente ( lo supe porque alguien me lo comento). Busque la
manera de que no la incomodaran con las miradas, pero mi corazón sufría en
silencio. Luego la veía jugando con los otros niños y de como procuraba por unos
momentos recuperar su alegría; pero pronto esto se esfumaba y ella volvía a esconderse en ella misma. Introvertida, callada y ausente.
Imaginariamente yo estaba en otra
dimensión y la veía en su tiempo de soledad frente a un espejo, llorando, acariciándose el
pómulo deforme, una y otra vez. No pude evitarlo, en ese
momento yo también llore. Todo el amor que Dios tuvo por mi vida lo sentí profundamente en un instante como una espada que atravesó mi pecho. La despedí, dándole un beso en
esa mejilla, de manera espontánea, camino y luego volteo, me miro, se tomo el
lugar del beso, sonrió y luego se fue. Cintia conmovió mi corazón.
Permitanme una panorámica celestial, Dios
esta en su santo trono, mirando su creación, a cada hombre a cada
mujer y esta atento a sus hijos. El puede ver la condición en la que se
encuentran muchos todavía (Isaías 1:5-6) y se emociona; solo El sabe el tiempo
y las sazones del fin de la historia humana .Pero el es Dios y siente compasión…porque Dios es amor.
Sus palabras resuenan por todas las
galerías celestiales:
“Con amor eterno te
he amado; por tanto te prolongue mi misericordia.”
(Jeremías 31:3)
Cada día su misericordia se renueva y su amor alcanza un corazón por
medio de la gracia, su mano se manifestara sobre un enfermo, sobre el herido,
sobre el cansado y el perdido .Un acto sobrenatural les dará un nuevo nombre:
“obrero de la undécima hora, oveja perdida, hijo prodigo”. Será como el pétalo
de una flor, o como el martillo que rompe la piedra, El lo hará una y otra vez
¿Por qué? ; Porque quiere que todos procedan al arrepentimiento.
Imagina que estas al borde de un estanque de aguas milagrosas y nadie ha
reparado en ti, imagina que eres un ciego a la orilla de un camino, o que los muchos que te rodeaban comienzan a dejar las piedras que iban a arrojarte, solo imagina que El te vio y tu estado le conmovió. Porque es Padre y se siente tocado porque lo
ve en otra dimensión, la del Espíritu y ve tu corazón y sabe de tus soledades,
de tus... ¿Por qué? , ¿Por que a mi? -que tu alegría es efímera y se esfuma; y que vuelves a
esconderte detrás de ti mismo. Todo el
amor de Dios llega al hombre a través de su Hijo, como una oportunidad imperdible, un acto inesperado que transforma
el destino humano de muerte, en vida eterna, por medio de la obra de Jesucristo
en la cruz.
¿Que paso finalmente con Cintia? recibió
un subsidio económico de una ONG que trabaja a favor de la niñez, para que al fin su rostro sea restaurado por medio de una cirugía plástica.
Si alguna vez le dijiste a Dios…”estoy
en tus manos has de mi lo que quieras”, tendrás que hacerte cargo de tus
palabras. Desde ese día el comenzó a trabajar en ti.
Por sobre todas las cosas, hay un
creador que se compadece de sus criaturas, un Padre que se conmueve por sus
hijos, esto mueve la mano de Dios y la gracia sigue siendo…
…“el beso de su amor eterno.”
Fragmento tomado del libro " El beso en la mejilla" autor: David Fernandez