jueves, 28 de julio de 2022

HORIZONTE PROFUNDO

 



HORIZONTE PROFUNDO

Mensajes inolvidables

 

A principios de la década del 90, la especialidad en mi oficio  me llevo a un lugar inesperado, una plataforma off-shore en el Mar Argentino en Tierra del Fuego. Allí pude realizar algunas tareas de reparación en la planta. Una cierta aventura cinematográfica en mis jóvenes años de actividad laboral, así lo vivía en una parte de mi imaginación y quizás haya sido un atenuante a la distancia, soledad y riesgo que cualquiera que está allí, no puede evitar asumirla como una obligada experiencia personal.

Aquel lugar, está bien organizado en su control, por sistema automatizados y controladores de proceso, por gente responsable, operarios y supervisores que han sido capacitados en el sistema no solo de producción en la extracción de materia prima, sino también en cualquier tipo de emergencia y evacuación a raíz de un desastre natural, por un desperfecto en algún equipo de funcionamiento de la planta y así también, en el incomprensible e inesperado error humano. Pero sucede, sucedió en Deepwater Horizont (Horizonte Profundo) una plataforma de extracción de petróleo en el Golfo de México, un recurso compartido por Estados Unidos y México. Ahora bien, que sucedió aquí, una explosión en la plataforma causo uno de los mayores desastres de derramamiento de petróleo de la historia y donde murieron 11 personas. En conclusión, el informe final de investigación resume entre otros puntos que:

“La reacción de la cuadrilla de la plataforma Deepwater Horizont fue tardía, ya que demoró cuarenta minutos en detectar y actuar ante la entrada de hidrocarburos al pozo, de modo tal que cuando el personal se dispuso a efectuar las maniobras pertinentes, el gas y el petróleo ya estaban dentro del riser fluyendo rápidamente hacia la superficie”.

Las alarmas encendidas en un panel no es para avisar que algo va a funcionar  mal, cuando se enciende una alarma, el mal funcionamiento ya está instalado.

Siempre a raíz de esto me pregunto, acaso fue  ¿un acto imprudente? ¿Por ignorancia? ¿No fueron capacitados para esto? O…algo ¿deliberado?

En la vida nuestro conocimiento de un determinado tema nos convierte en individuos inteligentes, cualquier actitud equivocada, puede dejarnos en una situación complicada en la cual fuimos entrenados progresivamente desde niños para situaciones especiales, luego fue instinto, intuición, experiencia. En definitiva, una reacción incorrecta o fuera de tiempo puede causar un desastre que no solo nos afecta en primera persona sino también a quienes nos rodean. Pensemos en editar un Trailer de nuestra vida, todos tenemos secuencias, escenas, circunstancias de momentos críticos en el que nuestra actitud definió la continuidad de los hechos. Riesgos, potenciales accidentes, actos, palabras correctas o no, dominio de nuestros actos cuando somos provocados, etc., etc. Un médico que le dice a mi madre que me quedan algunas horas de vida nada más, un revolver en mi frente y un segundo para reaccionar. Cayendo al vacío desde 40 metros y mi mano que atrapa un hierro donde quedo suspendido y me salvo. Corriendo al último vagón del tren y decidiendo si saltar o no…etc. etc. En fin, un trailer que podría seguir editando imágenes. Porque todos vivimos una película y si hay que publicarla, primero hay que buscar las mejores imágenes, las que están llenas de adrenalina. Todos tenemos momento en los cuales nuestra inteligencia natural nos pone a prueba.

La Palabra de Dios dice en Colosense 1:9:

“Por lo cual también nosotros, desde el día que oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que sean llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual…”

Desde que empezamos a caminar en la fe, hubo quienes nos enseñaron a estudiar la Palabra de Dios. Aun así, hay ocasiones en que perdemos este conocimiento adquirido desde el momento en que nuestra actitud no está en relación a lo aprendido, en lo que fuimos capacitados, cuando la verdad nos fue revelada, enseñada para hacer lo correcto en la voluntad de Dios

El entendimiento de la Palabra nos da sabiduría, el Espíritu nos da discernimiento y empatía para que vivamos una vida agradable ante los ojos de Dios. (S, Mateo 7:19)

 El Entendimiento es la facultad de la mente que permite aprender, razonar, tomar decisiones y la capacidad de pensar.

La Sabiduría es un conjunto de conocimientos que se adquieren mediante el estudio o la experiencia.

El Discernimiento (por el Espíritu Santo) es el juicio por cuyo medio percibimos la diferencia entre el bien y el mal siempre en los principios bíblicos.

Porque, constantemente estamos operando en el mundo real y espiritual en relación a nuestro conocimiento y capacitación en la Palabra de Dios. Nuestros actos están supervisados de esta manera para que nada concerniente a nuestra integridad se vuelva un ámbito en peligro.

Solo pensar que algún antecedente en la historia bíblica expone aun más claramente estas situaciones me da curiosidad, veamos…

“El siguiente día, vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”…”Y yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua, aquel me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y permanece sobre él, ese es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios”

San Juan 1: 29- 33 y 34

A ver, Dios le dio un discernimiento, un conocimiento de un evento sobrenatural, una inteligencia espiritual por el cual sobresale en el relato como un hombre lleno de sabiduría. Esto es finalmente lo que hace la obra de Dios en nosotros, nos capacita en todo conocimiento de su voluntad con la Biblia como instrumento de educación. Pero, ¿por qué sucede?, de manera increíble hacemos algo incorrecto, Juan el Bautista, fue capacitado para ser “la voz que clama en el desierto” enseñado para dar a conocer a aquel a quien anunciaba a la gente, pero, ¿qué le sucedió?

“…Y llamo Juan a dos de sus discípulos  y los envió a Jesús, para preguntarle: ¿Eres tu el que había de venir o esperaremos a otro?” (San Lucas 7: 18.19)

El desconcierto es tan solo como referencia, nuestras actitudes no están en armonía con la Palabra de Dios y por ende con la voluntad de Dios o sea pecamos contra El.

Vuelvo a preguntarme… es por… ¿un acto imprudente? ¿Por ignorancia? ¿No fuimos capacitados para esto? O…es algo ¿deliberado?

Dice el libro de Hebreos 10:26 “Porque si pecaremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por el pecado”

Caramba, estoy pensando en las palabras de Simón Pedro cuando  Jesús preguntaba sobre quien era él para ellos: “Tú eres el Cristo el Hijo del Dios viviente” y más adelante en los momentos en que el maestro es arrestado, su conducta es incomprensible:

“No conozco (a Jesús) al hombre”…”Y el comenzó a maldecir, no conozco (a Jesús) al hombre”.  

S. Mateo 26: 69-74)

Solo hay que imaginarnos en ese acto fallido donde peligra nuestra integridad espiritual. La mirada sensual que comienza a gestar una infidelidad, el rencor que no ha sido olvidado va camino a amargar la vida como una raíz que cada día se aferra más y más. El negocio con trampa que reditúa a corto plazo, La ofensa no perdonada.

Todo comienza con el destello de una alarma que nos avisa que hay algo que ya está mal, que lo que estamos haciendo no esta en la voluntad de Dios, que hay que tomar medidas urgentes para restaurar el correcto funcionamiento de nuestra vida espiritual. Entender a través del conocimiento adquirido una determinada situación, discernir en nuestra capacitación cual es lo bueno que debe suceder para que lo malo no destruya ningún área de nuestra vida que funciona sin ningún control. La Palabra nos dio sabiduría divina para evitar cualquier catástrofe o tragedia espiritual. Tantos ministerios que se han perdido, tantas iglesias que se han cerrado, tantas congregaciones que se han dividido, por una acción incorrecta, por ignorar lo que significa “temor a Dios” Cuantas vidas se alejaron de la fe por una reacción tardía de los lideres y pastores que debían apacentar y pastorear el rebaño. Inteligencia espiritual que nos lleva a discernir a través del conocimiento, para andar como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, creciendo en el conocimiento de Dios.

Fragmento del mensaje dado en la Iglesia “El Buen Pastor” por David Fernández 17-07-22 en La Plata - Argentina

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