lunes, 18 de enero de 2016

Sigue ese camino


MANDY

      Es la hora 12:26 P.m., pero él no lo sabe, es viernes, tampoco lo sabe aun ,está lejos de casa ,Daniel piensa en Melbourne, que no solo tiene lindas chicas también huele a cena con buenos amigos. Su gente, sus calles, pero está muy lejos y lejos de casa, uno da valor a las cosas sin valor. El pusilánime es tu mejor amigo, la que despacha en la gasolinera puede engañarte con la venta, no importa, lejos de casa uno termina por adoptarlos como necesarios. Al fin y al cabo uno escribe su propia historia, y a sus personajes, a veces te eriges como un monarca y otras tantas como un fugitivo involuntario del capricho humano.
        ¿Qué tiempo habrá estado abandonada esta capilla?, la recorrimos en parte, no se mucho de religión, pero en verdad me pregunto, ¿qué les llevo  a abandonar lo que ellos llaman “La Casa de Dios”?
Finalmente ese no era mi problema, Wanda encontró un viejo mueble, había algunos libros, en muy mal estado. Pero entre tantos otros encontró una Biblia. Es muy probable que ella estuviera un tanto más familiarizada con ella, soplo el polvillo que la cubría y la ojeo rápidamente:
       ― Mira Daniel aquí está tu libro.
Algo sucedió en ese momento, no hablo de algo místico, me refiero a eso tan sencillo que es descubrir un libro en buen estado, nada más, y que además tenía mi nombre allí adentro. Cuando salimos de aquel lugar, el olor a bosque era profundo y placentero. 
A lo lejos se divisaba algunas viviendas muy pobres. Un niño de color caminaba en otra dirección mientras jugaba con su perro. Más atrás venia un adulto, era un anciano también de color que caminaba con dificultad, se apoyaba en un bastón que seguramente lo había preparado con sus propias manos. Al costado del camino había algunos árboles que nos daban sombra, una suave brisa movía sus ramas en un vaivén oportuno para una instantánea en mi memoria.
       —Amigo, ¿cuál es la ciudad más próxima?—Se detuvo a mirarme por sobre su hombro, parecía un hombre amable, pero serio. Tenía dificultad para respirar.  Luego mostró su dentadura blanca y perfecta  diciendo:
      ― ¿Eres el nuevo reverendo?
       ― No buen hombre no lo soy.
       ¿Eres un ángel o algo así?—Wanda inclino la cabeza y sonrió simulando una picazón en su nariz.
       No, no lo creo… Solo quiero saber por dónde llegar a la ciudad más próxima.
Su rostro fue cambiando, su sonrisa ya no estaba, levanto muy lentamente su mano muy arrugada, temblorosa y señalaba hacia el sur.
       ― Sigue ese camino.
Reanudo su paso lentamente, entonces por  curiosidad no quise perder la oportunidad de preguntarle.
      ― Amigo,  ¿Qué paso aquí?  Señale la capilla  ¿Por qué la abandonaron y nadie la volvió a ocupar?
El meneaba su cabeza y luego la agacho, se encogió de hombros y suspiro débilmente.
       Eres el primer sujeto en cuarenta años que hace esa pregunta, se lo había advertido al reverendo, si muchacho yo se lo dije a él. Usted está muy enfermo reverendo.
Tiene muchos hijos y no todos son buenos 
 Por momentos se esforzaba para decir la próxima palabra, gesticulaba con sus labios, no me miraba al hablar, miraba al horizonte − No tomo en cuenta mi consejo, era una lucha de poderes, los buenos se fueron y los malos se quedaron con lo que no les pertenecía, eso fue todo, muchacho, eso fue el fin. Nadie escucho al viejo Mandy, no señor…el negro Mandy era un demente para todos, un veterano de Vietnam, que no debía haber vuelto jamás de la selva.
Volteo… meneaba su cabeza y murmuraba muy suavemente, “se lo dije”,..Finalmente se fue hablando solo.
 Me quede pensando ¿Cómo, este hombre sencillo, comprendió mejor los sucesos y las ambiciones que se escondían en medio de tanta religiosidad, y no así los demás?
Wanda guardo silencio todo el tiempo, pero luego dijo algo muy importante:
        — ¿Sabes algo Daniel?..Creo que él tuvo un lugar en ese desenlace…quiero decir, algo que ver.
La mire directamente a los ojos con  ingenuidad  y ella se perturbó, porque su comentario me sorprendió. Luego se rompió el hielo, con la mueca de una sonrisa, y sus ojos jugando para ambos lados.
      ─ ¿Dije algo malo?
 Volvimos a la carretera, pero nadie parecía querer llevarnos a otro lugar, hasta que se detuvo aquella vieja camioneta descolorida, llena de chatarra .Era lo único que cayó del cielo, además de la Biblia, no lo íbamos a desperdiciar. Algo en mi estaba cambiando, comencé a considerar la posibilidad de que Dios, se estaba encariñando conmigo y en el silencio de mi corazón, volví a darle gracias. Mire al cielo y le guiñe el ojo, quiero pensar que él lo hizo primero.

Fragmento del libro “Mente liquida” autor: David Fernández


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