MALDITO CORAZÓN… (PERVERSO)
Mensajes inolvidables
Perverso: Sumamente malo, que causa daño
Sinónimo perverso: malo, malvado, vil, cruel, maldito
¿Conoces tu corazón? ¿Qué relato darías sobre una versión de tu propia vida? ¿Admitirías de manera franca que aquello que fue determinante en tu historia se debió a un inesperado impulso? entiendes a lo que me refiero ¿verdad? ¿A quién queremos engañar?, ¿Quien puede hacerte cambiar de parecer cuando estas decidido o decidida; a llevar a cabo algo que te vino al corazón? Y si todo sale mal a raíz de esto, ¿Qué vas a hacer cuando te pregunten, sobre si algún aspecto de tu vida siempre se sustenta en algo que te causa daño y no habías reparado en ello?
Una historia puede estar contada de diferentes maneras, en determinado caso, un relato puede darse a conocer por un narrador omnisciente, que es quien conoce todos los detalles de una historia, (aunque sea el, el personaje central, no hará una autocritica de sí mismo con el fin de perjudicarse) este narrador omnisciente sabe todo lo que va a pasar en la continuidad de los hechos, y sabe también lo que piensa cada uno de los personajes. Ahora bien, cuando el relato es trabajo de un biógrafo, el describirá al personaje hasta dar con rasgos esenciales de su personalidad; destacar lugares, fechas y personajes que guardan relación con el protagonista ¿Cuál versión es la más creíble?
La historia bíblica en esta ocasión nos presenta un personaje muy conocido para muchos, Moisés, a quien se le atribuyen el relato de los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. Si bien, el hace su aparición en el libro de Éxodo, los libros que siguen son como una saga cinematográfica, (como la secuela de una buena película). Pero ¿cómo es que el relato del Génesis le da autoridad para contar (precuela de una película) lo que no vio ni vivió como protagonista contemporáneo a esos sucesos? Aquí la respuesta…por inspiración y revelación del Espíritu Santo. De esta manera los escritores del Nuevo testamento también tuvieron este mismo beneficio, no lo dudamos, estamos de acuerdo en que en todo tiempo, el Espíritu estuvo involucrado en cada detalle del relato escrito En el libro de Éxodo capitulo 2, Moisés como narrador omnisciente cuenta su propia historia, su nacimiento, y parte de lo que fue su milagrosa supervivencia. Allí también cuenta lo que fue su malograda experiencia al sentirse parte del pueblo hebreo, de cómo fue rechazado y como se vio involucrado en un crimen para luego terminar de fugitivo de la ley egipcia. Ya en el capítulo 3 encontramos, por su relato, a un Moisés de 80 años, 40 años en el exilio, en otra tierra, en la soledad del desierto. Mucho tiempo para pensar, mucho tiempo para sentirse parte de una geografía que el mismo eligió, la soledad ha erosionado su mente pero no su corazón, ha cambiado, pero no lo suficiente, piensa que hay cosas que ya están superadas y que esta paz no la va a cambiar por nada. Ahora bien, en el Nuevo Testamento (libro de los Hechos capitulo 6), luego de la muerte y resurrección de Jesús y con la iglesia primitiva en ciernes, hace su aparición Esteban, un Judío helenista. Elegido como diacono por los apóstoles, el cuenta su versión en el mismo relato dado
por Moisés. Este diacono, dice la Palabra, estaba lleno de gracia y de poder por eso no podían resistir la sabiduría y al Espíritu con el que hablaba. Ante la atónita mirada de los presentes que vieron en su rostro, como el rostro de un ángel, el comienza su defensa, fidedignamente relata la historia del pueblo de Dios, que no es su pueblo, “el que nació en otra tierra, nos está enseñando nuestra historia.” Llegamos a una conclusión, la Palabra dada con Poder del Espíritu, o convence o enfurece. Lo que va a decir Esteban es inspiración y revelación del Espíritu Santo, mostrara rasgos esenciales de la personalidad de Moisés. Cuando Esteban cuenta detalles de cómo el pequeño Moisés sobrevive a un genocidio infantil, también nos cuenta de cómo fue su crianza, el es un biógrafo que va a decir la verdad: “Y fue enseñado Moisés en toda sabiduría de los egipcios; y era poderoso en sus palabras y obras.” (Hechos 7:22) Vamos a interactuar entre ambos relatos. En el libro de Éxodo, Moisés esta en el desierto, cuidando el rebaño, el tiempo lo muestra como un hombre austero y meticuloso, en un día como cualquier otro. Allí es donde las cosas van a empezar a cambiar, Dios le habla desde una zarza que arde en fuego que no se consume y lo llama por su nombre, Moisés huele a pastor de ovejas, huele a soledad, a un trabajo interno y esforzado de olvidar muchas cosas, aunque no lo diga; su pasado sigue presente. Dios se revela como el Dios vivo de sus padres; y lo llama a una misión que tiene carácter de “urgente”, liberar a su pueblo de la opresión egipcia. Allí es donde comienzan las excusas de Moisés,
¿Quién soy yo para que vaya a faraón?...Si me preguntan quién me envió ¿Qué responderé?...Ellos no me creerán… (Perverso corazón) Hasta aquí parece un plan que confronta con posibles inconvenientes pero hay algo que Moisés dice que altera la conversación y deja una atmósfera de mal gusto: “¡Hay Señor!, nunca he sido hombre de fácil palabra ni antes ni desde que tú hablas a tu siervo, porque soy tardo en el habla y torpe de lengua… (Maldito corazón) Vamos a romper un mito bíblico divulgado por alguien…Moisés no era tartamudo ¿Dónde dice la Palabra que Moisés era tartamudo? En todo caso si así fuese, Dios le hubiese dado el tiempo suficiente para su discurso. Una persona con Disfemia, tiene su dialogo entrecortado hasta poder armar la próxima frase. Quien lo escucha, por respeto a su trastorno debe esperar con paciencia que él pueda armar el dialogo completo. Quien hable con una persona así debe ser paciente. En el capítulo 4 versiculo11, Moisés, el narrador omnisciente, hace omisión de los signos de acentuación cuando Dios le dice que eso no es un problema, lo escrito, escrito esta, se percibe una narrativa que no quiere perjudicar al escritor. Dios se enoja porque Moisés no está diciendo la verdad. Fin del problema, Aaron, su hermano en Egipto, será su vocero, no se habla más. Esteban dice claramente que Moisés era poderoso en sus palabras y obras. La manera de hablar y escribir de una persona se llama: dicción. Los actos, las acciones de una persona son su impronta. Moisés cronológicamente fue calificado como poderoso en sus palabras y obras, desde antes y desde que hablo con Dios en la zarza. El libro de los Hechos 7:23, dice:
“Cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, le vino al corazón (Moisés), el visitar a sus hermanos, los hijos de Israel.” Le vino al corazón…le vino al corazón ¿Cuántas cosas están lejos del tiempo y de la voluntad de Dios? Solo porque algo nos vino al corazón fuimos a compartirlo con quien corresponde y las cosas fueron diferentes “Y al ver a uno que era maltratado, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengo al oprimido. Pero él pensaba que sus hermanos comprendían que Dios le daría libertad por mano suya, mas ellos no lo habían entendido así.” El pensaba…él pensaba…era su pensamiento. Israel no pensaba lo mismo, ellos no vieron nada de Dios en el. Solo Era el prototipo de un caudillo…”gobernante y juez”…cualquiera diría: “ayer estaba dando órdenes y castigándonos y ahora se muestra misericordioso” No confiaban en el Moisés egipcio. Miren bien, estamos hablando de algo que sucedió 40 años antes de la zarza, antes que Dios llamara a Moisés y le dijera que ahora si era el momento correcto en su voluntad. No se trata de la voluntad del corazón de hacer algo que Dios no mandó. Al abrigo de un pensamiento en el que suponía que entenderían su intervención a favor de Israel. Cuando insistió con esto, ellos mismos amenazaron revelar que sus manos estaban manchadas con sangre y el faraón debía saberlo. Admitámoslo, nos sucedió tal vez, cuando nos vino al corazón hacer algo en relación a la obra, en la iglesia, y no fuimos comprendidos, pensábamos que el pastor nos entendería, que apoyarían nuestra iniciativa y solo recibimos un: “Vamos a orar por esto” o “Vamos a esperar que el Señor no hable si es su voluntad”
Moisés está enojado, huye de su frustración, está decepcionado de sí mismo, de su gente, de su historia. Su enojo le dura 40 años. Cuanta gente hemos conocido que sintiéndose incomprendidos se alejan de la iglesia, a su propio desierto, al consuelo de un maldito corazón que les causa daño. Incomprendidos, porque los hermanos no entendieron la visión que tenían para la obra, de cosas buenas y que tal vez funcionarían. Pero llega el tiempo de Dios y sus propósitos van a transformar los corazones. Moisés vuelve a Egipto obedeciendo el plan libertador, finalmente el pueblo recibe a un hombre enviado por Dios, ven en él a un “gobernante y libertador” por la mano del ángel que le apareció en la zarza. Esteban, habla con autoridad, inspirado por revelación del Espíritu y nadie puede soportar tanta verdad, porque la Palabra dada en el poder del Espíritu o convence o enfurece. Aquella tarde, fuera de la ciudad, un hombre lleno del Espíritu Santo, vio los cielos abiertos y al Hijo del hombre sentado a la diestra de Dios, luego, por decir la verdad, lo mataron. Las secuencias históricas están superpuestas, el relato de Moisés no difiere mucho del relato de Esteban, la diferencia radica en la radiografía que él hace de los rasgos personales del siervo de Dios.
¿Qué vas a hacer cuando te pregunten, sobre si algún aspecto de tu vida siempre se sustenta en algo que te causa daño y no habías reparado en ello? Y si todo sale mal a raíz de esto,
¿Quién puede hacerte cambiar de parecer cuando estas decidido o decidida; a llevar a cabo algo que te vino al corazón? ¿A quién queremos engañar?, ¿verdad? Entiendes a lo que me
refiero ¿Admitirías de manera franca que aquello que fue determinante en tu historia se debió a un inesperado impulso? ¿Qué relato darías sobre una versión de tu propia vida?
¿Conoces tu corazón?
Fragmento del mensaje dado por el Pastor David Fernández en la iglesia Bautista El buen Pastor, en la ciudad de la Plata- Buenos Aires - Argentina