RACHEL, RACHEL
Gary
Olson, esposo de Helen Prince, es miembro
ejecutivo de Working Data Group compañía que
terceriza toda la documentación administrativa para Baxter Ablation
Center. La misma con sede en El Paso Texas se dedica a la conexión on line y
resguardo de historial sobre datos entre partes particulares para facilitar la
ablación de órganos. Es un hombre intelectualmente bien preparado pero no deja
de ser llamativo que un sujeto de tal capacidad esté escondido entre
computadoras, archivos Excel y bonitas
secretarias; en una compañía con tan poca integración en el establishmen
financiero local. Su maestría en los
negocios está subordinada a una subestimación permanente. Esta aparente seriedad que lo envuelve como
una característica, lo ha vuelto un tanto introvertido y le juega en contra a
la hora de aportar en las reuniones de la mesa directiva. Generalmente
permanece así porque esta consiente que al abrir la boca, su tartamudez deja en
evidencia cual es su talón de Aquiles. Quienes
luchan por permanecer en un cargo o tal vez aspiran a uno más importante tienen
algo en común; falta de tiempo para su familia. Por eso tal vez haya sido que
su primer matrimonio se derrumbo y ahora está intentando rehacer su vida
personal. Parece no haber aprendido la lección y aun persiste en esta tendencia
que despierta el Dinero y el poder, esa
ambición oscura que “sepulta gente
que aun respira”. Extrañamente un día de estos su vida se cruzó
con la de Jacco Dess, intimo amigo de Samuel Weaver. “…Quiero que entiendas algo Gary, esto
puede cambiar nuestro futuro, imagínalo cuarenta años atrás esto era imposible
─ Jacco, acostumbra a llevar anteojos Ray ban, y nunca deja ver si
tiene la mirada direccionada hacia su interlocutor. Es que un coyote no
acostumbra a hacerlo en manera objetiva, solo se enfoca en el entorno para
estar atento a cualquier cosa que resulte bajo sospecha de alterar sus planes.
“¿Qué
dices, aceptas mi propuesta? “─Jacco Dess, tenía a sus pies a la persona
correcta, alguien como Gary Olson no es fácil de detectar si no es en su propio
hábitat, la jungla Bursátil, pero aquí lejos de Wall Street, New York Stock Exchange y el Federal Hall; un hombre como él, aun sigue
con la mirada esquiva de un boy scout en
su primer día de supervivencia. Meticuloso en sus diagnósticos personales sobre
el panorama financiero, estuvo atento al índice Dow Jones en el fatídico lunes
negro del 2018; Baxter Ablation Center le debe la vida a este muchacho bien
parecido, que al intuir que algunos monstruos inversores venían en camino a
patear el tablero de las medicinas prepagas, aconsejó a la compañía a migrar
sus inversiones a la Bolsa de valores en
Shanghái, China; por un tiempo prudencial por supuesto. No podía haber sido más
sagaz su intervención y ahora le valió la reputación de consultor para otras
firmas, un tipo de gurú de las finanzas, con botas texanas. Por esto fue
contratado para trabajar directamente para Baxter Ablation. Él fue quien le
abrió la puerta a Jacco para que también estuviese en la misma compañía y así
juntos dejaron de ser personal de Working Data. Como una buena paradoja, su
vida, guarda un halo de misterio; por lo menos para aquellos de los cuales se
podía decir pertenecían a sus amistades estrechas. De cómo llego Gary a conquistar
a Helen, quien seria luego su segunda esposa, Samuel Weaver, nunca lo supo por
ella. Tampoco se lo preguntó, pero era evidente que sus vidas privadas estaban
bien cuidadas y nadie sabía bien si este matrimonio era fruto de un contrato
por conveniencia ¿una historia de amor?
O el negocio de una zorra que sabía bien con quien tener sexo. Olson era
un tipo muy clásico para el gusto de una mujer como Helen y como ya era una
tendencia en sus vidas, el poco tiempo que su esposo le dedicaba a ella fue cubierto
por otro hombre “Cuando una mujer se conduce muy liberal en su vida privada y
tiene frecuentes salidas con amigas hay que desconfiar”, le decía, entre trago
y trago su ahora socio, Jacco Dess. El genio de los números Gary Olson era muy
crédulo y confiado en su relación con las mujeres, pero esta frase le quedo muy
grabada, seguramente porque las víboras
inyectan veneno sin importar a quien, está en su naturaleza hacerlo “No es
maldad, es pura naturaleza”.
Por otro lado, la tal Helen tuvo una vida
común y corriente en una familia de clase media, su padre un rudo leñador
canadiense, pasaba más tiempo en los bosques que compartiendo la mesa en el
hogar y ella sufrió una buena parte de su niñez la ausencia de la figura
paternal. Por eso quizás sus padres se hayan divorciado y su madre de
ascendencia cubana se la llevo a vivir con ella a Orlando, Florida cerca de sus
parientes. De allí que nunca pudo perder esa
forma de hablar repleta de cubanismo.
Ella nunca hacía referencia a su pasado; pero era evidente que su vida
actual era muy diferente a sus raíces y eso denotaba un interés por su status,
en demasía. Era muy sensual, aun cuando callaba, esto es algo que cualquier
hombre percibe inmediatamente, un detalle no menor que la convertía
en una mujer interesante. Desde algún ángulo del interior de la casa se
puede ver una pareja compartiendo una
velada romántica, pero la verdad es que solo se trata de polos opuestos que se
unen a cenar.
“Estoy
embarazada”. Hay una casta de mujeres que para este tipo de noticias tiene un
ceremonial natural propio de su género, ese no era el caso de Helen. La pausa
para tragar y luego tomar una servilleta y limpiarse la boca es solo el
recorrido de un pensamiento que empieza a causar estragos para un hombre sistemáticamente
programado que no ha programado este día.
─ Pe…pe…pero…lo…lo… habíamos hablado
Helen, todavía es muy tem…tem…temprano para tener hijos, estuvimos de acuerdo
en ello─ El está desconcertado, tartamudea más de lo normal y esgrime la actitud de un hombre confundido. Esto
viene a ser el caldo de cultivo para la estocada final.
─Voy a tenerlo, quiero que lo sepas nada
más ¿okey? ─ Ella se levantó luego de pasar la servilleta en la boca. Luego con
su lengua busca entre los dientes algún rastro de comida de manera pedante y
sin mirarlo de frente, remata ─ Estoy cansada, (bostezo)me acostaré temprano hoy tuve un día tenso, discutí con
Bárbara, la muy idiota me invitó a tomar
el té en su casa solo para decirme que se va a divorciar y quiere que yo, Helen
Johanna Prince difame a su marido en la corte para dejarlo en la ruina ¿Quién
se cree que es para manipularme? como si le debiera algunos favores ¡Candy! Ven
con mamá, se buena chica, mi pequeña.
Levantó a la perrita caniche en brazos y luego de soltarse el cabello con
cierto enfado se aleja. Gary sigue saboreando el espagueti. Retoma masticar
lentamente, traga, degusta el vino y deja el vaso vacio con violencia, lo que queda en la botella lo derrama en la
fuente que tiene la cena para dos.
“Te
odio Helen, odio que me trates así, no me lo merezco…” Ella se había marchado
al cuarto, el no balbuceó esto, fue solo un pensamiento bizarro sobreactuado
del valiente que no existe; el que se anima a decir lo que alguien se
merece…solo en su imaginación.
Aquella noche fue olvidada y Gary trataba de encontrar la punta del ovillo que determino ese embarazo no deseado por él. No iba a ser sencillo, esta actitud inquietante la exteriorizaba en público y lo mostraba ausente, distante en cualquier conversación. De esto ya pasaron algunos meses. El sigue un tanto depresivo y sospecha que tal vez se estén dando cuenta en la compañía de su conducta. Por eso sin decírselo a nadie fue a ver a una psicóloga que Jacco le había recomendado. La tartamudez en Olson está causando estragos en su autoestima, esto era negativo para sus metas. Tomó precaución en lo que sería la entrevista enviándole un correo electrónico por anticipado, donde le menciona de su dificultad en el habla, y que a raíz de esto también comentaría su problema en una hoja escrita en el ordenador. Cuando Gary conoció a Rachel Moore, sintió confianza de haber encontrado a la persona correcta, porque ella es de esas mujeres que sonríen espontáneamente y mantienen una frescura natural en el rostro. Una joven nacida en el estado de Michigan que aún conserva sus raíces pueblerinas y no presume demasiado de haber estudiado Psicología en la prestigiosa Universidad de Harvard. Ella está preparada para este caso, y para cualquier otro también. Colecciona monedas antiguas desde que era una adolescente y tiene un gusto preferencial a las películas de los años dorados de Hollywood. Gary, no quiso extender una presentación innecesaria, ya que esto era predecible, que su torpeza en armar una frase le impediría ser claro y contundente; así que luego de una breve platica le alcanzó un escrito en papel y le pidió que lo leyera en voz alta para ambos mientras él toma asiento en un sillón.
Rachel comienza a leer:
“Estoy viviendo un infierno, de
hecho ya he conocido un anticipo del mismo cuando era un niño, arrastrando esta
tartamudez como un estigma que decididamente morirá conmigo. Pero esto ha
empeorado en relación a la vida social debido a otros factores que me
condicionan y me aíslan del mundo en el que vivo a diario, para Helen
todo está igual, nada ha cambiado. Esto me está matando cada día pues me estoy
hundiendo más en este pensamiento. Es como si ella no se percatara que me está destruyendo sicológicamente y aun
así yo sería incapaz de lastimarla… solo espero las noches para estar a su lado
tan solo para mirarla mientras duerme. Mi vida privada ha comenzado a tener
mucha incidencia en mi carrera profesional de negocios y esto me perturba. Amo
a Helen, la amo con toda el alma, pero ella es muy extraña, siempre lo ha sido,
creo que no llego a conocerla como realmente es. Hoy más que nunca tengo
certezas de que algo ha ocurrido en ese mundo suyo. Siento que la estoy
perdiendo. Siempre hiriéndome con sus palabras, esquivando la mirada, ya no me dice
nada en particular con respecto a nuestra relación… la amo y no sé qué será de nosotros.”
Rachel
Moore quedo mirando el papel por unos segundos, aunque no había más nada que
leer, luego sin hacer ningún movimiento, solamente sus ojos se volvieron hacia
Gary y ve que se está secando algunas lágrimas con la mano.
─Lo siento doctora, es que…─ Ella lo interrumpió ─ Dime Rachel, me da confianza que nos llamemos por nuestros nombres y te confieso que me haces sentir como una consejera matrimonial
─No qui…no qui… no quieres tra...tratar conmigo ¿verdad?
─ No hagas caso, fue un comentario inoportuno, descuida.
Ella
le alcanzo un pañuelo de esos que se descartan pero él no lo tomó. La
entrevista se extendió un poco mas y antes de marcharse Gary le pidió el
escrito, no quería dejar este papel en aquel lugar, ella se lo entrego sin
preguntarle nada, entonces el recordó que había traído algo más.
─ Hace un tiempo ella olvido su
teléfono móvil en casa, yo regresaba de…de… un viaje de negocios y encontré
un…un… mensaje de voz que le enviaba a una de sus amiga. Antes que descubriera
que…que lo había es…es…escuchado lo grabé y dice esto.─ Gary abre el mensaje y
le hace escuchar lo que Helen decía.
“Hola Kerr, ¿qué te sucede linda que ya no
me llamas? Te he visto hace poco en un estacionamiento cerca del parque,
¿estabas con Joey Stilger verdad? ¿Quién no conoce al dueño de Body Time Spa?
salió en sociales en el periódico de esta semana. Tienes buen gusto amiga, ¿eh?
¿Hace deportes ese chico? Lo he visto de cerca ¿Porque no me lo presentas?,
tranquila, solo bromeaba, ya sabes cuánto me gusta mirar a los hombres ¿para
qué tengo mis ojos? … ¡hay perdón! (risa) no tengo la culpa de tener la lengua
muy larga ¿que estas pensando? (Risa) Bueno ya cumplí con avisarte, puedes
llamarme y saldríamos una noche de estas a cenar con Sara por mi cumpleaños,
como en los viejos tiempos aunque no será fácil juntar tres zorras en menos de
10 días… (Risa) llámame ¿okey?...”
¿Por qué lo hace? ¿Por qué?─ Mientras guarda su teléfono pregunta, como quien habla con el aire mismo para quedar de brazos cruzados dando la espalda. Mirando a través de la ventana la ciudad de El Paso, que sigue su rutina al caer la tarde. La psicóloga sintió el deseo de poner su mano en el hombro, pero se retrajo y no atinó a nada en especial; solo se miraron un instante cuando el volteó esperando una respuesta; hasta que ella cambio la mirada y le concertó la próxima sesión de terapia. Lo despidió dándole la mano. Aquella tarde mientras aun las últimas imágenes de un día de trabajo parecían que tendrían que ir a parar a la papelera de reciclaje, Rachel sigue pensando en su paciente Gary Olson y en su peculiar situación...en esa mirada sufriente de enamorado no correspondido…acariciando el cabello de su esposa mientras ella duerme...
ETERNO AMANECER-F.J.DAVID
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