ESPINA Y TERCIOPELO
Extraña relación, fue
lo que pensé, extraña pasión, musitaron mis labios. Un
buen testigo debe estar dispuesto a contar lo que ha visto pero un casual
espectador puede guardar silencio.
Los vi tantas veces a través de mi ventana,
descorriendo el velo de la privacidad. No es mi historia dije y dándoles la
espalda imaginaba la continuidad de sus malditos pleitos. La policía llegó a
medianoche por una llamada anónima, alguien sospechó que sucedió algo allí,
porque hace mucho que no se ve a nadie por afuera, y que además había mucha
agua que salía desde el interior de la casa, hasta que cerraron el grifo de la
ducha.
Lo extraño es que en esta ocasión, no se escucharon
gritos, ni algo que se le parezca. Yo solía ver a los amantes atrapados en la
secuencia impredecible de un juego peligroso.
A él le gustaba usar su imaginación, ya que supe de algún modo que cursaba el
tercer año de arte dramático y era evidente su habilidad para relatar historias.
Lo hacía mirando hacia la ventana alguna que otra noche estrellada y a ella le
seducía la manera en que se concentraba gesticulando de manera espontanea, haciendo ademanes y
susurrándole al oído propuestas indecentes. Ahora ambos yacen en el umbral de lo
irreparable. Como cristales rotos en el suelo que ya no volverán a su
estado natural.
Dicen que a ella la encontraron desnuda boca abajo en
medio de la habitación con rastros de coral y arena sobre su piel bronceada. El
informe policial dice:” pequeños gusanos”
El en cambio, tenía abundante agua en sus
pulmones y finas algas ceñían su cuello
y llegaban hasta una viga del techo. La imagen de su rostro, es lo más parecido
a un pez, que murió ahogado por el excesivo aire.
Previo a esto, discutían si es
que este amor merecía un sacrificio tal, que alguien tenga que pagar a cualquier
precio. Pero ella dándole la espalda sonreía con ironía. Nunca supo valorar aquel sentimiento, porque no lo amaba,
solo encontraba en el, alguien que cumplía sus fantasías extra matrimoniales…y ya
no quiso saber más nada porque esta aventura había tomado un giro inesperado.
De alguna manera le estaba anunciando su
partida. Entonces aquel narrador de extraordinarias
circunstancias, desesperado, la atrapó como a una mariposa por sus alas.
La sedujo nuevamente y ella no ofreció resistencia. Enmudeció por completo por las
fuertes manos que oprimían su cuello.
Cruzaron el umbral de una distopia y entonces todo fue
irremediable. Sus miradas vidriosas reflejan el vuelo de
numerosas gaviotas que les dan la bienvenida a tierra firme, fin del naufragio.
El informe policial dice:”globo ocular lleno de moscas”
¿Quién traicionó a quien? Acto seguido, el dueño
del tiempo y la ficción…se adelantó a la línea de batalla. Ella intentó leer el
movimiento de sus labios pero era tarde para esto, se derrumbo sobre su
propia sombra en la orilla de la vida. Las olas la escondieron bajo un manto de
espuma inesperada y la arena puso fin a este adulterio.
Él, al verla ya sin vida, decidió que era el tiempo
de buscar otros horizontes y caminó mirando un punto fijo. Hacia el mar, bien a
lo profundo y allí fue donde se perdió su figura por completo.
Espina y terciopelo, eso eran ambos, incompatibles
por naturaleza pero aun así, caminaron tomados de la
imaginación entrelazando sus destinos trágicos, un lugar para aquellos que solo
dejan huellas temporales.
Extraña relación, fue lo que
pensé, extraña pasión, musitaron mis labios. Un buen
testigo debe estar dispuesto a contar lo que ha visto pero un casual
espectador puede guardar silencio.
Autor: David Fernández
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