martes, 20 de octubre de 2020

LA MUJER MAS LINDA DEL MUNDO

 




LA MUJER MÁS LINDA DEL MUNDO

 

No hay un día determinado en la vida de una mujer, en el que ella por decisión propia deja de usar maquillaje. Me refiero al hermoso hábito en la juventud, de cuando ellas sienten que les ha llegado el tiempo de comenzar a verse más bonitas y entonces ahí las tienes, rímel, rouge, bojouterie, etc. Una ceremonia frente al espejo de pasar el cepillo en la cabellera de hasta cien veces (literal, las mujeres de antes no sabían nada de planchitas para el pelo) y que es parte de una cultura que no se hereda, solo se lleva a cabo.

 Cuando una mujer anciana, se pinta los labios o se pone sombra sobre sus parpados frente al espejo, algo no está bien en ella. Uno llega a pensar que tal vez tiene algún trastorno psicológico y no le dices nada solo por educación. Las arrugas en el rostro ya no permiten la estética facial, no en esta edad, es algo que ha quedado en el pasado y no debería repetirse.

Cuando voy a la casa de mi madre para visitarla, la busco por todos lados hasta encontrarla. Cierta vez la halle en su habitación como tantas veces acostumbraría a estar, en la soledad que toda mujer se permite en un reducido pero merecido espacio de descanso. Un breve paréntesis en el que se analiza físicamente preguntando al aire mismo “¿por dónde se está yendo mi juventud?” El alhajero abierto, collares y aretes de fantasía, pulseras y alguno que otro anillo, conforman su tesoro más preciado. Aquello que es insignificante para otros para ella  significaba una dimensión del alma. Nunca me reprocho que yo la descubriera con sus labios pintados y espolvoreando sus pómulos. Probándose aros que tenían un lindo tono y que le animaban a preguntarme como si yo fuese un espectador irrelevante  “estos aros me quedarían bien con mi blusa de color salmón ¿verdad?”  Y yo solo le entregaba una sonrisa de aprobación, mientras ella presionaba sus labios, para acomodar simétricamente el color elegido.

Luego de mirarse de perfil y de frente como en una sesión fotográfica, tomaba un frasco de crema y comenzaba a desmaquillarse murmurando suavemente “estoy fea”…”estoy vieja”. Yo la abrazaba y le daba un beso diciéndole “No diga eso mi reina”. Luego todo volvía a sus cauces, el alhajero volvía a cerrase para abrirse tal vez dentro de un largo tiempo ¿Cuántas veces lo habría hecho desde su juventud?

Esa noche los recuerdos recientes me despertaron en la madrugada tan solo para recrear la imagen de una mujer frente al espejo. En las horas en la que el alma esta sensible, su voz como  un susurro era solo un monologo para mí, fue entonces que como en una realidad mágica, volví a ser un niño al borde de la muerte y ella estaba a mi lado, como siempre desde que tengo memoria. Ella, para tomar mi mano de manera fuerte y hacerme sentir seguro. Ella, para sacarme de la desesperación con mirada firme, secando mis lágrimas con sus manos, como quien tiene piel que absorbe el dolor y lo hace propio. Tantas veces ausente a la hora del almuerzo, su figura era de esporádicas apariciones, pero cuando yo mejoraba en la salud, entonces volvía al hogar para ocupar el sitio que completaba la postal familiar. Ella, tan decidida a enfrentar la tormenta, solo por mí y sobrellevar mi estado crítico, hasta que todo hubiese pasado y pasó; y yo estuve bien. Finalmente su juventud se hizo volátil entre los pasillos de algunos hospitales a lo largo de tantos años y fue un pestañeo que ella revivía al abrir su alhajero e imaginarse bella físicamente. Como cuando era aun una joven que comenzaba a escribir desde el anonimato la historia que a nadie le interesaría: “Había una vez una familia…” Comprendí cómo fue que renuncio a una parte de su femineidad solo por la aventura de ser mamá. El trailer de una película que ya estaba olvidando me hizo admitir en mi desvelo, que yo tenía mucho que ver en esa mirada de ojos tristes. Yo le había robado el tiempo de su piel tersa y suave, del singular hábito de la belleza ficticia que no se hereda y que solo se lleva a cabo. Ese alhajero era la llave que abría la puerta desconocida de su corazón en donde  guardaba este secreto. Nunca nadie reparo en esto y yo lo descubrí como un espectador irrelevante. Ella era mucho más que un perfume y una linda sonrisa; mucho más que un beso o una caricia que sanó mi alma. Era el verbo amor hecho madre, la mujer más linda del mundo.

DAVID FERNANDEZ

miércoles, 17 de junio de 2020

EL ASUNTO ESE...



EL ASUNTO ESE…


“Santiago es un joven empleado en una conocida importadora de repuestos en el centro de la ciudad. La mañana del lunes se había armado de valor, inspirado luego en que la noche anterior había visto una película que cambio su visión de algunas cosas. Decidido a cambiar su estrategia busco el momento oportuno para hablar con su jefe. Hace un tiempo lo había hecho pero la entrevista no había terminado bien, porque siempre se volvía a mover el cuchillo en la vieja herida. Es que Santiago estuvo involucrado en un incidente importante en el que inexplicablemente le falto el respeto al dueño de la fábrica delante de todo el personal; al liderar un reclamo de trabajo en nombre de cincuenta empleados. Apenas salvo su pellejo conservando la fuente laboral. Hoy cree que tal vez luego de un tiempo algo haya cambiado y todo pueda ser distinto. Desde su lugar podía ver y notar que era el día perfecto ya que su jefe parecía de buen humor, sumado a esto que recientemente su hija se había graduado en derecho no podía perder la la ocasión y fue hacia él.
─ ¡Permiso jefe, buen día!
─ Adelante Pesoa, ¿Cómo le va? Siéntese ¿a qué se debe su visita?
─ Vera usted…vine más temprano esta mañana solo para recorrer la planta y realmente me asombra la visión que usted tuvo en este proyecto y su gestión. Ahora ya pronto a inaugurar la nueva fábrica con tecnología de última generación, ambiente saludable, un lugar seguro para quienes trabajen allí y posibilidad de progreso económico y como yo hace ya nueve años trabajo para usted, desde que éramos cinco empleados luchando día y noche por sacar adelante la compañía ¿se acuerda jefe? Usted es una buena persona, un buen jefe, no tuve otro igual y quisiera pedirle que considerara la posibilidad de mi traspaso a ese lugar porque yo conozco como nadie cada rincón y mi experiencia…
─ ¡Basta! No me hable más de este asunto,
¡¿Me entendió Pesoa?! ¡No me interesa lo que me está pidiendo! Ya lo habíamos hablado y tenía que haber quedado en claro, pero por lo visto usted no entendió, yo no me olvide lo que hizo aquella vez y es algo que tiene que ser castigado para darle una lección a toda la fabrica ¿usted me está entendiendo Pesoa? ─ El silencio se apodero del lugar y la mirada firme de un jefe que no va a dar un paso atrás─ Ahora acompáñeme a la terraza, quiero que vea la nueva planta industrial desde arriba. Y por favor vaya asesorando sobre todo lo que usted hace en su cargo y entréguele toda la información necesaria a Miguel Franchini…
─ Pero…no hace ni dos años que ese muchacho está en la empresa…
─ Haga lo que yo le digo porque el si va a pasar a ese lugar, usted no, ¿entendió?
y cierre la puerta al salir”.
Una circunstancia cotidiana frustrante y desalentadora, tantos años invertidos por alcanzar una meta y luego manos vacías. Además de esto que el reemplazo ya está tomado termina por sepultar el sueño de cualquiera.
¿Antecedente? Por supuesto, la Palabra de Dios nos refresca la memoria:
“Y ore Jehová en aquel tiempo diciendo:
Señor Jehová, tú has comenzado a mostrar a tu siervo tu grandeza,
Y tu mano poderosa; porque ¿Qué dios hay en el cielo y en la tierra
que haga obras y proezas como las tuyas?
Pase yo, te ruego, y vea aquella buena tierra que esta más allá del Jordan,
Aquel buen monte y el Líbano.
Pero Jehová se había enojado contra mí a causa de vosotros, por lo cual no me escucho; y me dijo: Basta, no me hables más de este asunto”. (Deuteronomio 3:23-26)
Moisés quería ganarle la buena gana a Dios, hablándole de su grandeza de su poder, pero ya estaba determinado que final le tocaría, es que Moisés fue desprolijo, hizo lo que Dios no le pidió, solo tenía que hablarle a la roca en Cades, para que fluyera agua y diese de beber a Israel y el la golpeo. No era de ellos el milagro, Dios iba a dar agua, pero junto con Aaron dieron un espectáculo penoso, maltratando la roca, que representaba a Cristo, esto no iba a quedar así. No santificaron el nombre de Jehová delante del pueblo. Por mostrarse como un temperamental líder le costó la entrada a la tierra prometida (Números 20:1-13). Su sucesor ya estaba preparado, Josué entraría con la nueva generación.
Alguna vez se habla de más, se hace de más en lo que Dios pide. ¿Por qué? porque tiene experiencia, porque su apellido es muy conocido, por esto, por lo otro, porque si. Luego se olvida y se sigue insistiendo en metas que Dios ya determinó como un asunto superado, que no le interesa y del que no quiere hablar. Inexplicablemente se pierde una bendición, y tal vez por la que se ha trabajado mucho. Y Dios nos hace ver lo que podíamos haber disfrutado de su mano. Desprolijos con lo que él nos pide, profanos a las cosas consagradas al nombre de Cristo. Por eso hay que ser cuidadosos con nuestro lugar en la iglesia aunque parezca un cargo mínimo, dando lo mejor de nosotros. Haciendo todo sin murmuraciones
¿Has visto como grandes líderes son quitados inexplicablemente de algo que creían tan asegurado? (¿que abra pasado detrás de escena?) ¿Has experimentado la perdida de algo tan ansiado y ver como se escapa de tu mano y se lo dan a otro? (recordar y asumir que hay situaciones en la que para Dios no hicimos lo correcto) Que podamos asumir con toda sumisión y aceptación cuando Dios determina el cambio de planes en su obra, estemos siempre atentos a obedecer su palabra sin agregar ni quitar nada de lo que en ella nos pide, ya que la tierra prometida esta por delante, para poseerla


DAVID FERNANDEZ

miércoles, 13 de mayo de 2020

MI PEQUEÑO JOB






MI PEQUEÑO JOB

No hay un día en que no recuerde a mi madre. Ella ahora está con Jesús, está bien, en unos días, se cumple un año de su partida. Solo me escapo de la realidad para honrar su memoria y revivir tantos momentos compartidos a su lado. No solo en la relación entre hijos y padres, hablo de algo más estrecho y me refiero a que mi vida no fue tan normal como la de cualquier niño.
Nací con trastornos en mi salud. Desde los tres meses de vida lo mío ya era preocupante, así fue como recorrimos el país buscando un tratamiento que fuese el correcto. Nada sirvió, al fin y al cabo yo era un conejillo de indias y cada vez empeoraba más y más. Pero ella no bajo nunca los brazos, siempre a mi lado. Desvelada, fatigada, ausente en parte del hogar, por estar conmigo.
Cuando estuve internado en el hospital de niños, me venía a ver todos los días, más de un año en el claustro de las salas del subsuelo, con pronostico estable.
Un día de esos, como siempre con una sonrisa me trajo un regalo, un juguete, me puse muy contento y me abrazo. Luego ella miraba mi cabeza y no decía nada, empecé a sentir una cierta humedad en el cuero cabelludo y entonces reparé que estaba llorando. Sus lágrimas sin gemidos me desconcertaron, atiné a mirarla de rabillo. Tenía sus ojos cerrados y el rostro mojado de tanto llorar “mi pequeño Job” dijo con su voz quebrada. Luego  tomó un paño y entonces comprendí el cuadro completo. Yo tenía mi cabeza deformada por la infección en mi oído, que despedía olor por el pus que tenía allí y ahora piojos en mi cabeza. Cuando terminó su horario de visita trato de restarle importancia para que no me pusiera más triste.
Con el tiempo ya había mejorado y solo iba a control médico día por medio. Al salir del hospital y antes de regresar a casa, solíamos ir al mercado de frutas y verduras que estaba en calle 4 y 49 en el centro de la ciudad de La Plata. Como nuestros recursos económicos eran muy escasos (muy pobres) ella hablaba con los transportistas de frutas para que me dejaran subir a los camiones tan solo para encontrar las frutas descartadas que nosotros recuperábamos para compartir en familia. Así fue como cada vez que bajaba de los camiones con mi recompensa en una bolsa, me quedaba absorto mirando el edificio del mercado. Me atrapaba su diseño, la arquitectura del lugar, el mundo de gente que allí adentro se movía ante mi curiosidad. Eran otros tiempos y yo solo era un niño de 7 años en un mundo imaginario de sueños ¿podemos entrar mamá?
“Algún día, mañana tal vez”…desde entonces pasaron 50 años y el pequeño Job sanó. Pero este recuerdo en blanco y negro de un niño tomando la mano de su madre y una bolsa de frutas descartadas sigue intacto en mi mente.
Un día de esos hace un par de años atrás, llevé a mi madre a realizar un trámite. Entre con mi automóvil al estacionamiento que está ocupando los 10.000 metros cuadrados que eran antiguamente del mercado que fue demolido. Apagué el motor y la vorágine de imágenes recreadas en mi entorno me llevaron a un pasado en mi realidad, la mire y le dije” ¡Entramos mamá! Estamos en el centro del mercado”
Su rostro brillaba como un sol y su sonrisa otra vez fue para mí. Le di gracias a Dios por ella y se lo dije, que nada hubiera sido posible en mi vida si no hubiese estado a mi lado en mi peor momento. Una imagen que el tiempo redimió para ambos. Salimos de allí mientras seguíamos recordando aquellos días. Antes de llegar a casa nos detuvimos a comprar fruta fresca. Casi lo había olvidado, pero Dios no y me permitió cumplir el sueño de entrar a mi sueño de la mano de mi madre… antes de estar con Él.


David Fernández

martes, 5 de mayo de 2020

CABALLO DE TROYA







¿COMO PASO ESTO?


Los medios están difundiendo cada día, más y más material con respecto a la pandemia COVID –19 estamos saturados, la nación está saturada de aquello que llego sin previo aviso. Es nuevo para esta generación y también para la anterior, aunque nos tomo por sorpresa los cristianos seguimos sosteniéndonos por la fe y la esperanza que Dios permita que pronto todo esto pase y volvamos a la normalidad. ¿Cómo paso esto? Fueron por los que iban a nacer y tuvieron oposición entonces fueron por los adultos y controlaron el sistema demográfico. Las estadísticas hablan por sí solas. Mientras un sector de la sociedad internacional peca de ingenuidad, otra respira sospechas bien enfundadas de autores intelectuales “yo no fui”. Mientras se disputaba el liderazgo y poder económico del  mercado internacional quedamos en el fuego cruzado. Ahora el caballo de Troya esta en el living de casa, en el pensamiento de convivir con la idea de una  vulnerabilidad instalada en el sistema sanitario y que parece permanecer indefinidamente. En la Casa de Dios se extraña la alabanza, se extraña la  lectura de la Palabra de Dios, la bendición al hermano en el nombre de Jesús… en la Casa de Dios. En la ciudad ahora  hay silencio de los que habitaban su Casa. No falta quien irónicamente agrega,” nosotros somos la iglesia”, si es verdad, en parte. No, no estoy llorando en las cenizas de un apagado avivamiento que no llego a ser tal, quiero ser franco conmigo mismo, ya que tal vez alguien no quiera asumir que esto le pase, pero nos pasa créame que nos pasa a todos. Si conoce a un súper cristiano hágame saber porque me gustaría sacarme una foto con él y tener su facebook. Eso sería lo ideal pero el tal no existe. El libro de memoria de Dios del año 2020 aun tiene puntos suspensivos y cuando todo pase ¿volveremos a ser los mismos? ¿Se seguirá en una minoría tal vez siendo indiferentes a la carga que unos pocos solo asumen en la obra? ¿Seguirán teniendo la mala costumbre de no congregarse? ¿Seguirán cuestionando aquellos que nunca diezman si es bíblico o no el hacerlo? ¿Seguiremos pensando que la Casa de Dios es un lugar de entretenimiento donde cada domingo hay que invitar a alguien a compartir la Palabra para no ser monótono ver a tu pastor? ¿Seguiremos envejeciendo en el analfabetismo bíblico porque el afán de la vida nos robo el tiempo tanto que ni para eso teníamos tiempo? Sumado a esto, el caballo de Troya que está en el living como inquilino no deseado mofándose de haber  alterado la vida de toda una nación.
“Y ahora Señor ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti, dice Salmos 39:7
Es tiempo de tomarnos de sus promesas, de examinar nuestras vidas a la luz de la palabra, de arrepentirnos y volvernos a Jesús buscar su presencia en oración. Que Dios pueda tener misericordia de nosotros y perdonarnos para que cuando nos llame a entrar a su Casa, algo haya cambiado en nuestras vidas.


David Fernández

RACHEL, RACHEL

RACHEL, RACHEL Gary Olson,   esposo de Helen Prince, es miembro ejecutivo de Working Data Group compañía que   terceriza toda la documen...