martes, 11 de marzo de 2014

DÍAS DE ESCLAVITUD




DÍAS DE ESCLAVITUD
  

   En la oscuridad no existen las circunstancias. El tiempo esta postrado en el umbral de la nada y se detiene álgido. Hay un idioma de sombras ribeteadas; algo claro se separa sensiblemente de lo oscuro, eso es todo. La falta de luz anula un final predeterminado, el mundo no vidente es infinito, no hay fronteras ni dominios solo se vive tratando de interpretar la cultura de las sombras, ¿por donde se fue la luz? ¿Quien seco la fuente del ardiente en los ojos? ¿Como creerle al astro que aún brilla inagotable?, ¿que aún ilumina las mejillas del recién nacido y al perdido le devuelve un lugar abstracto que solo reconoce al palparlo? ¿Quién se atreve a proferir?  “Conozco una  la luz que puede disipar cualquier oscuridad” ¿si su mundo es solo lobreguez?

─ Predicador tengo algo para usted…─ Demetrio busco afanosamente algo debajo de su cama.
─ Es un obsequio para usted predicador…lo vengo haciendo hace tiempo y…lo oculte aquí para que los guardias no lo encontraran. ─ Clem tomo aquello que inmediatamente detecto con ambas manos y  palpaba minuciosamente a modo de reconocer su forma.
Levanto su frente buscando  atrapar una imagen en el aire y al reconocer lo que era aquello, sonrió tímidamente.
 ─ Gracias amigo…hace mucho que deseaba cambiar mi bastón…sinceramente, hace bastante tiempo que nadie me hace un obsequio. ─ Se rieron por algo sencillo.
─ Predicador…siempre me pregunte, por qué permite Dios que un hombre como usted, quiero decir…alguien que habla de el…viva en total oscuridad. Tal vez estando fuera de este lugar uno lo asumiría de otra manera, creo... ─ Pausa.
─ Por supuesto que no es sencillo aceptar vivir así condicionado a no hacer preguntas mientras el no quiera responderme.  Además una respuesta que me satisfaga no es la brisa que mueve mi barco Demetrio, el es mi barco y también mi puerto, estoy seguro en el, que mas puedo pedir. Ahora te ha puesto en mi camino para acompañar mis días de oscuridad. Todo esta bien amigo, todo esta bien…
     Se levanto de la vieja silla que siempre estaba ubicada en un rincón de la celda.
─ Voy a probarlo…dime ¿luzco bien? ─ Clem posaba para el recuerdo.
Por las tardes cuando el sol cae por el valle, hundiendo en sombras a la pequeña penitenciaria, ubicada entre el espeso bosque y las montañas que hacen de contexto, ambos sabían platicar sobre sus vidas.
─  ¿Por qué estas aquí Demetrio? ─ Se detuvieron inesperadamente. El hombre de color lo mira de lado, y mira a su alrededor.
─…Dicen que mate a un hombre.
─ ¿Dicen? ¿Como es eso? ¿A que te refieres?─ Demetrio dirigió esta vez su atención a las altas colinas, estaba cruzado de brazos y un suspiro le brota de lo  profundo al bajar la frente.
─ Dicen que yo lo hice, que soy un criminal…por eso me condenaron a perpetua… muchas cosas están confusas aun para mí.  Yo era un hombre feliz... predicador…si señor…fui un hombre feliz.
…Trabajaba en las plantaciones Duncan, el mismo en persona fue quien me había tomado como obrero, allí conocí a quien seria mi mujer. Si señor la mas hermosa mujer negra que yo haya visto en mi vida. La ame desde el primer momento en que la vi, juntos nos hicimos una cabaña en las afueras y luego  allí llego Ruth, mi pequeña Ruth.
    Aun me parece escucharla llamarme al volver de los sembrados y correr para saltar en mis brazos. ─ Sus labios comienzan a palpitar mientras son mojados por lagrimas.
─ Discúlpeme predicador…nunca lo había hablado con nadie…
Sus recuerdos se remontan al tiempo en que su alegría era aun posible.


“…─ Mañana hablare con el señor  Duncan, el entenderá que nuestro viaje es por el bien de nuestra hija, ella merece la oportunidad de una buena educación.
 Todo lo que hagas estará bien Demetrio, sabes que siempre puedes contar conmigo, Ruth es muy pequeña pero cuando sea grande estará agradecida por haber tenido un padre tan valiente y responsable.
     Aquella mañana el soberbio  déspota señor Duncan sospechando lo que Demetrio le comentaría fingió estar enfermo, pero luego de una semana se encontraron.
¡Ni lo sueñes Demetrio! sabes que te preciso para guiar a los trabajadores, falta muy poco para levantar la cosecha, ellos te respetan y quieren verte al frente, como cada año, como lo hizo tu padre, como lo hizo tu abuelo, tienes un lugar privilegiado no lo desperdicies. Yo que tu lo pensaría bien, no cometas una locura de la cual puedes llegar a arrepentirte.
A Demetrio no le gusto la manera tan sutil en que su patrón lo había amenazado, con la mueca de una sonrisa fingida y ese grueso dedo apuntándole.
 ¡Ya esta decidido señor Duncan!, en dos días nos habremos marchado a otro estado.”


     Duncan era un hombre obeso que siempre estaba bebiendo. Sus días eran un calco de otro, siempre mal oliendo a sudor y  en una mecedora que estaba ubicada en la entrada a su casa, bajo una galería, se daba viento con un envejecido abanico. Esta conversación lo había puesto de mal humor, tenía tiempo para pensar y además el solo considerar que uno de sus trabajadores, si no el más valioso de ellos lo dejaría y se saldría con la suya, le generaba fastidio. Entre eructos y bostezos que solo le quitaban la pereza, Duncan frotaba su vientre por horas.
     Demetrio  tuerce sus recuerdos en dirección a lo que le duele relatar, pero ya es inútil  enderezarlos... no se puede alterar los sucedido, ya es vano para el. 
 “…Esa misma tarde regrese del campo en mi caballo a todo galope, al ver que en dirección al lugar en donde vivía con mi familia sobresalía una espesa columna de humo negro, fue todo tan feo predicador. Mi cabaña ardía  en llamas. Llegue a escuchar  los grito de mi mujer y mi hija  pidiendo auxilio…no pude hacer nada…ellas estaban allí dentro atrapadas,...y  yo...y  yo no pude hacer nada por salvarlas, predicador.─ Se frota las manos con nerviosismo ─ Hasta que ya no las escuche gritar, ellas fueron quemadas vivas. Llore al punto que no me salio una lagrima mas. No fue difícil saber quien pudo haber ordenado esto, así que fui a ver a Duncan, el estaba meciéndose en su viejo sillón, bebiendo. Me lance sobre el y lo golpee con mis puños. Pero cuando lo había derribado me sujetaron y me encerraron en las caballerizas. Allí estuve atado por algunas horas hasta que vinieron los soldados, algunos trabajadores atestiguaron falsamente el haberme visto matar a Duncan. Luego me llevaron hasta donde estaba el...tenia la cabeza destrozada a golpes. No lo hice yo predicador…no fui yo, yo no lo asesine ¿usted me cree verdad?
─ Descuida amigo... continua.
─ Luego los soldados me arrestaron, con todas las pruebas en mi contra no me mandaron a fusilar, es extraño como que alguien freno esto y todavía sigo con vida. Clem camina unos pasos mas adelante que el, luego regresa con una pregunta, siempre con su rostro movedizo buscando atrapar en su ceguera la dirección correcta de su interlocutor.
─ Nunca... te preguntaste ¿quien pudo haberlo hecho?
─ Claro que si predicador…pero… ¿Quién creería las palabras de un negro? ¿Quien aceptaría la acusación de un labrador contra un hombre blanco hermanastro de un muerto?...Ahora el, es el único propietario de las plantaciones y yo estoy aquí preso por un crimen que no cometí.
     Clem se acerco de lado apoyado fuertemente en su bastón, entonces palpo por su hombro al robusto hombre de color cabizbajo.
─ Lo siento mucho Demetrio, en verdad…lo siento mucho.
Siguieron caminando lentamente por el sombrío y polvoriento patio.
─ ¿No le da temor  la muerte predicador?...
Clem sonríe tímidamente mientras le recita el Salmos 23

─ “…El Señor es mi Pastor y nada me faltara
    En lugares de suaves pastos me hará descansar,
    Junto a aguas  serenas me pastoreara.
   Consolara mi alma. Me enviara por caminos de justicia
   por amor de su nombre. Aunque transite en valle de sombra  de muerte
   No temeré mal alguno porque tú estarás conmigo…”

¿Sabes que?...el que algunos no vean a Dios, no quiere decir que El no este.
El esta mas cerca de lo que muchos creen, esto es fe, tan solo hay que llamarlo con el corazón, susurrando  su nombre ¿puedes entenderlo Demetrio? Este lugar es la sombra de algo malo, pero una sombra, no es verdad.  Solo es la suma de nuestros miedos, pero aun así eh decidido renunciar a este sentimiento negativo, porque tengo certeza de que El esta conmigo, siento su compañía cada mañana ¿puedes creerlo amigo mió? Tengo paz. No tengo temor.
     Aquella tarde, Demetrio experimento tan solo una vislumbre de un hombre entregado completamente a las manos de Dios, gustaba de hablar con Clem, quien a su vez descubría que solo así se hace un discípulo. Sin darse cuenta, para ambos, los días pasaban en el cumplimiento de sus condenas,  ellos sintieron con los años, que fue bueno tener alguien con quien hablar en este lugar, había tiempo para esto y también para escuchar.
─ Predicador, no lo imagino a usted empuñando un arma,  ¿Qué es eso de que lo acusan? ¿Como pudieron condenarlo sin un juicio justo?
─ Todo comenzó hace mucho tiempo, no justamente a raíz de un enjuiciamiento; fue mucho antes de lo que puedas imaginarte… yo era entonces un joven sin un rumbo definido  ¿me entiendes Demetrio?…

Continuará…

Tomado del libro:”Yo vi morir un angel” autor: David Fernandez

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