DÍAS DE ESCLAVITUD
En la oscuridad no
existen las circunstancias. El tiempo esta postrado en el umbral de la nada y
se detiene álgido. Hay un idioma de sombras ribeteadas; algo claro se separa
sensiblemente de lo oscuro, eso es todo. La falta de luz anula un final predeterminado,
el mundo no vidente es infinito, no hay fronteras ni dominios solo se vive
tratando de interpretar la cultura de las sombras, ¿por donde se fue la luz?
¿Quien seco la fuente del ardiente en los ojos? ¿Como creerle al astro que aún
brilla inagotable?, ¿que aún ilumina las mejillas del recién nacido y al
perdido le devuelve un lugar abstracto que solo reconoce al palparlo? ¿Quién se
atreve a proferir? “Conozco una la luz que puede disipar cualquier
oscuridad” ¿si su mundo es solo lobreguez?
─ Predicador tengo algo para usted…─
Demetrio busco afanosamente algo debajo de su cama.
─ Es un obsequio para usted
predicador…lo vengo haciendo hace tiempo y…lo oculte aquí para que los guardias
no lo encontraran. ─ Clem tomo aquello que inmediatamente detecto con ambas
manos y palpaba minuciosamente a modo de reconocer su forma.
Levanto su frente buscando
atrapar una imagen en el aire y al reconocer lo que era aquello, sonrió
tímidamente.
─ Gracias amigo…hace mucho que
deseaba cambiar mi bastón…sinceramente, hace bastante tiempo que nadie me hace
un obsequio. ─ Se rieron por algo sencillo.
─ Predicador…siempre me pregunte, por
qué permite Dios que un hombre como usted, quiero decir…alguien que habla de
el…viva en total oscuridad. Tal vez estando fuera de este lugar uno lo asumiría
de otra manera, creo... ─ Pausa.
─ Por supuesto que no es sencillo
aceptar vivir así condicionado a no hacer preguntas mientras el no quiera
responderme. Además una respuesta que me satisfaga no es la brisa que
mueve mi barco Demetrio, el es mi barco y también mi puerto, estoy seguro en
el, que mas puedo pedir. Ahora te ha puesto en mi camino para acompañar mis
días de oscuridad. Todo esta bien amigo, todo esta bien…
Se levanto de
la vieja silla que siempre estaba ubicada en un rincón de la celda.
─ Voy a probarlo…dime ¿luzco bien? ─
Clem posaba para el recuerdo.
Por las tardes cuando el sol cae por
el valle, hundiendo en sombras a la pequeña penitenciaria, ubicada entre el
espeso bosque y las montañas que hacen de contexto, ambos sabían platicar sobre
sus vidas.
─ ¿Por qué estas aquí Demetrio?
─ Se detuvieron inesperadamente. El hombre de color lo mira de lado, y mira a
su alrededor.
─…Dicen que mate a un hombre.
─ ¿Dicen? ¿Como es eso? ¿A que te
refieres?─ Demetrio dirigió esta vez su atención a las altas colinas, estaba
cruzado de brazos y un suspiro le brota de lo profundo al bajar la
frente.
─ Dicen que yo lo hice, que soy un
criminal…por eso me condenaron a perpetua… muchas cosas están confusas aun para
mí. Yo era un hombre feliz... predicador…si señor…fui un hombre feliz.
…Trabajaba en las plantaciones Duncan,
el mismo en persona fue quien me había tomado como obrero, allí conocí a quien
seria mi mujer. Si señor la mas hermosa mujer negra que yo haya visto en mi vida.
La ame desde el primer momento en que la vi, juntos nos hicimos una cabaña en
las afueras y luego allí llego Ruth, mi pequeña Ruth.
Aun me parece
escucharla llamarme al volver de los sembrados y correr para saltar en mis
brazos. ─ Sus labios comienzan a palpitar mientras son mojados por lagrimas.
─ Discúlpeme predicador…nunca lo había
hablado con nadie…
Sus recuerdos se remontan al tiempo en
que su alegría era aun posible.
“…─ Mañana hablare con el señor
Duncan, el entenderá que nuestro viaje es por el bien de nuestra hija, ella
merece la oportunidad de una buena educación.
— Todo lo que hagas estará bien Demetrio, sabes
que siempre puedes contar conmigo, Ruth es muy pequeña pero cuando sea grande
estará agradecida por haber tenido un padre tan valiente y responsable.
Aquella
mañana el soberbio déspota señor Duncan sospechando lo que Demetrio le
comentaría fingió estar enfermo, pero luego de una semana se encontraron.
“…¡Ni lo sueñes Demetrio! sabes que te preciso
para guiar a los trabajadores, falta muy poco para levantar la cosecha, ellos
te respetan y quieren verte al frente, como cada año, como lo hizo tu padre,
como lo hizo tu abuelo, tienes un lugar privilegiado no lo desperdicies. Yo que
tu lo pensaría bien, no cometas una locura de la cual puedes llegar a
arrepentirte.
A Demetrio no le gusto la manera tan
sutil en que su patrón lo había amenazado, con la mueca de una sonrisa fingida
y ese grueso dedo apuntándole.
¡Ya esta decidido señor Duncan!, en dos días
nos habremos marchado a otro estado.”
Duncan era un
hombre obeso que siempre estaba bebiendo. Sus días eran un calco de otro,
siempre mal oliendo a sudor y en una mecedora que estaba ubicada en la
entrada a su casa, bajo una galería, se daba viento con un envejecido abanico.
Esta conversación lo había puesto de mal humor, tenía tiempo para pensar y
además el solo considerar que uno de sus trabajadores, si no el más valioso de
ellos lo dejaría y se saldría con la suya, le generaba fastidio. Entre eructos
y bostezos que solo le quitaban la pereza, Duncan frotaba su vientre por horas.
Demetrio tuerce sus recuerdos en dirección a lo que le duele relatar,
pero ya es inútil enderezarlos... no se puede alterar los sucedido, ya es
vano para el.
“…Esa misma tarde regrese del campo en mi caballo a todo galope, al ver
que en dirección al lugar en donde vivía con mi familia sobresalía una espesa
columna de humo negro, fue todo tan feo predicador. Mi cabaña ardía en
llamas. Llegue a escuchar los grito de mi mujer y mi hija pidiendo
auxilio…no pude hacer nada…ellas estaban allí dentro atrapadas,...y
yo...y yo no pude hacer nada por salvarlas, predicador.─ Se frota las
manos con nerviosismo ─ Hasta que ya no las escuche gritar, ellas fueron
quemadas vivas. Llore al punto que no me salio una lagrima mas. No fue difícil
saber quien pudo haber ordenado esto, así que fui a ver a Duncan, el estaba
meciéndose en su viejo sillón, bebiendo. Me lance sobre el y lo golpee con mis
puños. Pero cuando lo había derribado me sujetaron y me encerraron en las caballerizas.
Allí estuve atado por algunas horas hasta que vinieron los soldados, algunos
trabajadores atestiguaron falsamente el haberme visto matar a Duncan. Luego me
llevaron hasta donde estaba el...tenia la cabeza destrozada a golpes. No lo
hice yo predicador…no fui yo, yo no lo asesine ¿usted me cree verdad?
─ Descuida amigo... continua.
─ Luego los soldados me arrestaron,
con todas las pruebas en mi contra no me mandaron a fusilar, es extraño como
que alguien freno esto y todavía sigo con vida.― Clem camina
unos pasos mas adelante que el, luego regresa con una pregunta, siempre con su
rostro movedizo buscando atrapar en su ceguera la dirección correcta de su
interlocutor.
─ Nunca... te preguntaste ¿quien pudo haberlo hecho?
─ Nunca... te preguntaste ¿quien pudo haberlo hecho?
─ Claro que si predicador…pero… ¿Quién
creería las palabras de un negro? ¿Quien aceptaría la acusación de un labrador
contra un hombre blanco hermanastro de un muerto?...Ahora el, es el único
propietario de las plantaciones y yo estoy aquí preso por un crimen que no
cometí.
Clem se
acerco de lado apoyado fuertemente en su bastón, entonces palpo por su hombro
al robusto hombre de color cabizbajo.
─ Lo siento mucho Demetrio, en
verdad…lo siento mucho.
Siguieron caminando lentamente por el
sombrío y polvoriento patio.
─ ¿No le da temor la muerte
predicador?...
Clem sonríe tímidamente mientras le
recita el Salmos 23
─ “…El Señor es mi Pastor y nada me
faltara
En lugares de
suaves pastos me hará descansar,
Junto a aguas
serenas me pastoreara.
Consolara mi alma. Me
enviara por caminos de justicia
por amor de su nombre.
Aunque transite en valle de sombra de muerte
No temeré mal alguno
porque tú estarás conmigo…”
¿Sabes que?...el que algunos no vean a
Dios, no quiere decir que El no este.
El esta mas cerca de lo que muchos
creen, esto es fe, tan solo hay que llamarlo con el corazón, susurrando
su nombre ¿puedes entenderlo Demetrio? Este lugar es la sombra de algo malo,
pero una sombra, no es verdad. Solo es la suma de nuestros miedos, pero
aun así eh decidido renunciar a este sentimiento negativo, porque tengo certeza
de que El esta conmigo, siento su compañía cada mañana ¿puedes creerlo amigo
mió? Tengo paz. No tengo temor.
Aquella
tarde, Demetrio experimento tan solo una vislumbre de un hombre entregado
completamente a las manos de Dios, gustaba de hablar con Clem, quien a su vez
descubría que solo así se hace un discípulo. Sin darse cuenta, para ambos, los
días pasaban en el cumplimiento de sus condenas, ellos sintieron con los
años, que fue bueno tener alguien con quien hablar en este lugar, había tiempo
para esto y también para escuchar.
─ Predicador, no lo imagino a usted
empuñando un arma, ¿Qué es eso de que lo acusan? ¿Como pudieron
condenarlo sin un juicio justo?
─ Todo comenzó hace mucho tiempo, no
justamente a raíz de un enjuiciamiento; fue mucho antes de lo que puedas
imaginarte… yo era entonces un joven sin un rumbo definido ¿me entiendes
Demetrio?…
Continuará…
Tomado del libro:”Yo vi morir un angel” autor: David
Fernandez