EL MAGNIFICO DOCTOR
HARVEY
Nadie en la colonia tenía las suficientes
agallas como para semejante misión, pero se podía decir que a esta altura de
supervivencia, era una carencia natural comunitaria. Una sicosis
colectiva que finalmente termino por instalarse en la mente y acabar con los
pocos valientes que aun quedaban. En la colonia se habían refugiado una
cantidad de sobrevivientes de una era apocalíptica y futurista, un mundo
devastado por las guerras en donde el más fuerte se apropiaba de los recursos
naturales. El miedo los cubría como una segunda piel, poca agua, poca comida,
mucha gente. Niños y mujeres, los ancianos no resistieron la catástrofe. Los
pocos animales huyeron al desierto, como sospechando que esto no había
terminado y que muy pronto todo se volvería insoportable. Había que resistir, vivir
un día mas, era una lucha de la que nadie estaba exento. De esta camada de
gentío, sobresalía un hombre, quien fuera una eminencia en Psiquiatría cuando
aun el mundo era mundo, la ciencia lo reconocía: como una mente
brillante “el Doctor Harvey”, era para muchos la única oportunidad de
sobrevivir a los temibles gigantes. La colonia misma había sido bautizada con
su nombre. Este era un lugar seguro por ahora, lo único que queda en medio de
la nada, Harveyland es el refugio de una esperanza que las madres repiten cada
día a sus hijos, para que no desfallezcan en un mundo que ha colapsado en todos
los sentidos.
El
único indicio de vida fuera de este lugar era tan distante en el horizonte como
el sol inalcanzable, pero tan real como un látigo que castiga sin piedad. Aun
así parece ser el único recurso que
había que considerar desesperadamente ya que las reservas se estaban agotando
día a día y como aprovechar esa energía, nadie lo sabía.
En una ocasión, en la que ya se había
perdido la noción del tiempo, justamente en el gran patio de la comunidad, se
reunió el consejo popular para decidir quién o quienes serian los que
desafiarían a la mismísima muerte. Dejar la colonia para ir a Fortaleza, en
busca de ayuda, la ciudad de donde vendría la esperada salvación. No había
nadie que se ofreciera como voluntario, los pocos hombres habían sido
revestidos de un temor inusual en su género, ya era bastante para ellos andar
por el lado externo de los muros buscando serpientes como almuerzo para la
gente; fuera de la colonia les esperaba una horrible muerte, ellos lo saben No
se dejaría para mañana la cuestión. Fue el doctor Harvey quien al amanecer dio
por terminado el asunto cuando cruzo la plaza central ante miradas soñolientas
y rostros demacrados por el desaliento, luego que el silencio se apodero de los
labios resecos. Hace un tiempo, su amigo Jean Marie Dupré en su lecho
improvisado de enfermedad terminal, le pidió que cuando el muriese, lo que
sucedió dos días después, se hiciera cargo de su gran amigo al cual amaba mucho
y lo había acompañado por más de diez años, un perro vagabundo que alguna vez
encontró en su deambular en medio de una ciudad en ruinas. Como el animal debía
adaptarse a nuevos rostros nunca obedeció a su nombre real cuando lo
llamaban, al doctor Harvey se le ocurrió que debía bautizarlo con el nombre de
quien fuera en vida su dueño, así que ahora el can, venia inmediatamente cuando
escuchaba gritar:¡Dupré! ¡Dupré!
Acto seguido le prepararon el único
caballo que había quedado en la colonia, nadie jamás había considerado la
posibilidad de que haya tenido este propósito, el mismo todavía estaba en pie y
mantenía su espíritu salvaje de a momentos. No iba a ser problema para un
experimentado jinete, “¿alguien sabe su nombre?” La niña que lo trajo de las
riendas no dijo nada, entonces el doctor pensó en “Bálsamo” y así es como lo
llamaría. Bastante agua y algo de carne seca de serpientes en las alforjas para
que pueda combatir el hambre mientras dure la travesía, nadie contaba con el
perro ni el caballo, no significaban más que acompañantes ocasionales de un
viaje sin retorno tal vez “¿Y qué hay si
no me alcanza la comida?─ Pregunto Harvey ─ “¿Alguien sabe que pasará?”
Guardaron silencio y la niña muda que
lo había cuidado tanto tiempo refregó varias veces el cuello de Bálsamo, esa
era la respuesta, el doctor entendió y bajó la mirada al momento que sus
talones golpearon en el animal que entendió que ya era hora de marcharse.
El sol abrasador y un contexto
desértico en lo que en otro tiempo fuese un gran bosque deja ver la silueta de
un fatigado hombre acompañado de un perro que va montado sobre el lomo de un caballo.
A lo lejos divisa una vertiente de agua junto a jóvenes palmeras y se apresura
a llegar, pero el espejismo se desvanece cuando esta cerca de alcanzarla. Baja
lentamente del exhausto animal con el pensamiento de que pronto empiece a
oscurecer y la noche sea un alivio. El tamaño del animal hace de un pequeño
reparo y así lo siente. Debe racionar el agua pues no sabe cuánto falta para
llegar a su destino. La noche se hace un suplicio en la mente y presiente que
en su descanso algún gigante pueda atacarlo.
Amanece y nuevamente el día lo castiga sin piedad, el sol se ha
empecinado a terminar con su vida y aun así comparte de lo poco que queda de
líquido.
Pasa ambas manos sobre su rostro quitando el sudor y escucha que alguien
le dice:
“Esta noche vendrán por ti Harvey”…
No había nadie cerca, por lo menos la
rápida visión de un giro de la cabeza de izquierda a derecha. Tal vez el calor
del día estaba dando sus frutos, Dupré lo está mirando fijamente hasta que la
misma frase le llega al oído como una advertencia.
“¿Me oíste bien? No hay tiempo que perder”…
El doctor Harvey está tratando de
reaccionar pensando que tal vez su imaginación le estaba jugando una broma. El
perro se acerca un poco más y le confiesa algo importante.
“En verdad los animales hablamos con
algunos pocos aunque no todos los humanos saben escucharnos”…
No se atrevió a decir nada, es que no
había nada que decir tampoco ¿quien le creería que un perro puede armar una
frase razonable? se miraban de rabillo, desconfiando el uno del otro. Luego de
varios días de viaje, el agua se acabó y también las fuerzas de Bálsamo, quien
no podía dar un paso más. Se desplomó.
“Mátame doctor”…le dijo el caballo y
otra vez el asombro de escuchar hablar a un animal, al fin y al cabo, era un
pedido de clemencia para acabar con su agonía.
“Mátame y beban mi sangre, será la
única manera de que puedan continuar otro tiempo más…”
Dupré, con su agitada respiración y la
lengua reseca mira al doctor, como esperando que resuelva este problema.
“Vamos doc, no estarás usando el
psicoanálisis en este momento ¿o sí? él ha dicho algo sensato Algo muy
valiente, tu decisión no solo nos da una oportunidad, vale la vida de todos los
que confiaron en ti como aquel que puede hacer lo que nadie se atrevió jamás”.
Bálsamo estaba rendido sobre la llanura
y su hocico apenas levantaba una nubecita de polvo. Se sacudía en convulsiones sofocado
sobre sí mismo y ya sus ojos comenzaban a ponerse vidriosos.
Abrió el cuello de Bálsamo y atrapo la incisión
en su boca con desesperación, luego hizo otro corte en el anca del caballo para
Dupré y ambos bebieron hasta que fue suficiente con las arcadas vomitivas que
produce la sangre caliente y además dulce. El doctor Harvey se termino por
desmayar y estuvo inconsciente por un par de horas, hasta que el perro lo
despertó lamiendo la sangre seca de su rostro.
El sol iba cayendo y era necesario
buscar un refugio “Vamos doc, hay que seguir adelante, antes que los gigantes
nos encuentren indefensos” Se levanto y cargando su bagaje retomaron su
destino.
“¿Qué le pasó al hombre que perdió el control del mundo? ─ Pregunta
Dupré que estaba de espaldas sobre una roca, mientras caía la tarde y una
ventisca movía su pelaje.
─
La humanidad creó a los gigantes amigo mío, nosotros le dimos poder, ellos
existieron siempre, pero nunca se habían manifestado como una amenaza, en cada
rincón de la tierra hay un gigante esperando para acabar con cualquiera. Creo
que en la oscuridad del alma, allí se gestaron…sí, creo que así fue como
sucedió. Donde el ser se vuelve corrupto al considerarse en peligro y simpatiza
con la muerte. Allí donde cada cual puede decidir si la próxima
generación tendría la oportunidad de trascender es donde se descontrolaron,
porque se rebelaron muy sutilmente hasta tener el derecho de decidir como
regular la existencia. Y fue un detonante a enfrentamientos de humanos contra
humanos, cualquier raza o color y nunca supimos quien gano la disputa porque
todos se enfrentaron contra todos. Y con el fin de arruinarle la existencia al
otro, envenenaron el agua, hicieron explotar los pozos de petróleos,
contaminaron el aire y los alimentos esenciales en cada parte del mundo. Nadie
puede comprar nada porque el dinero no existe, y si lo hay no vale nada, no hay
electricidad, ya nadie gobierna en su tierra porque no hay fronteras ¿Me estas
escuchando Dupré?
─ Ahora entiendo.
─ ¿Que es lo que entiendes?
─ Jean Marie, no murió de
muerte natural…
─ ¿Por qué lo dices?
─ Lo vi inyectándose algo, días
antes de morir, creo que el busco su propia muerte…
─
¿Lo ves?, lo deseaba de una manera o de otra, la muerte les arroja sobre la
mesa, la única solución a sus temores, por momentos yo también desconfío de mi
valor aunque no lo creas y cuando tuve que cortarle el cuello a Bálsamo también
quise acabar conmigo. Me da temor pensar que puedo cobijar este pensamiento y
siento que cada hora se hace más fuerte y se ramifica en cada una de mis
neuronas ─ El doctor Harvey esta sudando mucho, demasiado como para justificar
estados alterados reprimidos. Dupré, no dice nada, sus ojos se mueven en ambas
direcciones rapidamente.
─
No se mueva doc, creo que hay alguien que nos está espiando, mi oído puede
percibir una presencia silenciosa que se desplaza en la oscuridad de los
alrededores.
─
¿Lo ves Dupré? Te lo dije se ha generado en mi alma, así es como convive el
pensamiento de un miedo devastador en mí, y en cualquier hombre también.
─
Pronto amanecerá doc y necesitaremos tener una decisión tomada y es que ni tú,
ni yo podemos quebrarnos ahora, tal vez estemos en la última parte de nuestro
destino, yo confió en ti, no hubiese venido con otra persona, juntos podemos
lograrlos. Mírame, pero mírame bien a los ojos, ni Jean Marie, ni nadie supo
jamás que yo podía hablar con un humano. Este fenómeno ocurre en algunos
animales que conviven mucho tiempo con la misma persona, pero a Jean Marie le
faltaba algo. De pronto apareciste tú, y tu personalidad desató mi lengua. Esto
no es para cualquiera pero una vez que sucede; comienza una aceleración de vida
en el metabolismo de un animal, entonces podrás contar mis días con los dedos
de tu mano, además de esto, repentinamente voy a perder la visión, ya lo veras.
La bruma del amanecer trae una mezcla
de noche y día, de vapores y emanaciones de una tierra caliente que ventila
azufre de las profundidades. El doctor Harvey hace un alto y le dice a Dupré,
que este es el peor lugar que deberán cruzar, porque es la zona
de “Visiones infernales” en donde “los gigantes vendrán para atemorizarnos,
confundirnos y desanimarnos, cuando mas temor tengamos ellos se harán reales y
mas fuertes para enloquecernos con gritos y tormentos de los que han
muerto en este sitio. Harán trizas nuestro valor y nos llenaran de una gran
desesperación, hasta que el corazón explote”. Luego de estas palabras la
eminencia en psiquiatría no echo mano a su conocimiento académico sino al
sentido común. Tomo un paño y lo rompió, con el mismo hizo tapones para sus
oídos y para el perro también, además una cinta para sujetarlos. Dupré mueve su
cola y está en posición de ataque, esto anima al doctor “¡Ahora sí!…
¡vamos!”…fue la arenga valiente a una milicia compuesta por los únicos dos
soldados sentenciados a morir en el desierto yermo.
“Comprendí que la única manera de
vencer al tan temible “Temor” era enfrentándolo. Descubrir el lado débil de
todos los miedos me dio confianza. Aquella decisión fue lo más acertado que
pude haber hecho en toda mi vida. Camine directamente hacia él, lo que me
inhibió tanto tiempo en dar el próximo paso finalmente tendría que retroceder.
Tengo por testigo a mi fiel amigo, la otra mitad de mi valor, ahora ya nada me
detiene voy camino a “fortaleza” la ciudad de mi destino eterno”.
Las más impresionantes bestias creadas
para este fin los rodearon como aquello que debía ejecutarse por juicio sobre
sus vidas. Las violentas contorsiones aéreas de inmensas aves de rapiña, como
también increíbles animales gigantescos que flanqueaban el avance de dos
minúsculos personajes decididos a cruzar la tierra de “Visiones
infernales”, Dupré comienza a desfallecer y aun así lucha enfrentando con valor
a cada instante, ya que un perro percibe los sonidos aun con tapones en sus
orejas. Finalmente pierde aquella protección y entonces se aturde y cae retorciéndose
“¡Vamos amigo, levántate!” Pero “Temor” ha llegado para aniquilar al valiente
guerrero. El doctor Harvey lo levanta en sus brazos y cruza entre el humo y la
inmensa polvareda que los gigantes han generado en esta cacería. Seguir
adelante sin mirarlos, cruzar por entre ellos menoscabando el presumido poder
que ostentan fue suficiente para que luego de un largo tiempo, todo se fuese
desvaneciendo poco a poco. Nadie lo había logrado antes, quien lo intento
alguna vez, nunca más volvió, la bruma se fue disipando hasta dejar ver en un
horizonte cercano la ciudad buscada.
Las puertas se abrieron y muchos corrieron
para ayudarlos. Cuando pudieron recuperarse emprendieron el regreso. Dicen que
cuando pudieron ver la ayuda que llegaba, la algarabía de los habitantes de
Harveyland se alcanzo a escuchar a casi un día de camino. Los que sobrevivieron
fue porque unos pocos se ofrecieron de alimento para mantener con vida a los
niños, pero a esta altura de la historia de la humanidad esto era algo que se
asumía como una alternativa posible y justificada. Siempre se escuchaba en las
fogatas, a los que echaban mano al imaginario popular relatando la hazaña
increíble que hacia brillar los ojos a cualquier desalentado. De cómo un solo
hombre logro vencer a los gigantes. Claro que ninguno de los cuentistas
conocía con certeza como sucedieron en verdad todas las cosas, pero
eso ya no importaba, importaba ver a una leyenda viviente caminando entre
ellos. Un hombre solitario que a la distancia parece que hablara con un viejo
perro ciego. Un hombre poco común, el es el magnífico doctor Harvey.
Autor: David Fernández - Copyright