lunes, 2 de octubre de 2023

EL MAGNIFICO DOCTOR HARVEY

 


EL MAGNIFICO DOCTOR HARVEY

 

 

Nadie en la colonia tenía las suficientes agallas como para semejante misión, pero se podía decir que a esta altura de supervivencia, era una carencia natural comunitaria.  Una sicosis colectiva que finalmente termino por instalarse en la mente y acabar con los pocos valientes que aun quedaban. En la colonia se habían refugiado una cantidad de sobrevivientes de una era apocalíptica y futurista, un mundo devastado por las guerras en donde el más fuerte se apropiaba de los recursos naturales. El miedo los cubría como una segunda piel, poca agua, poca comida, mucha gente. Niños y mujeres, los ancianos no resistieron la catástrofe. Los pocos animales huyeron al desierto, como sospechando que esto no había terminado y que muy pronto todo se volvería insoportable. Había que resistir, vivir un día mas, era una lucha de la que nadie estaba exento. De esta camada de gentío, sobresalía un hombre, quien fuera una eminencia en Psiquiatría cuando aun el mundo era  mundo, la ciencia lo reconocía: como una mente brillante “el Doctor Harvey”, era para muchos la única oportunidad de sobrevivir a los temibles gigantes. La colonia misma había sido bautizada con su nombre. Este era un lugar seguro por ahora, lo único que queda en medio de la nada, Harveyland es el refugio de una esperanza que las madres repiten cada día a sus hijos, para que no desfallezcan en un mundo que ha colapsado en todos los sentidos.

        El único indicio de vida fuera de este lugar era tan distante en el horizonte como el sol inalcanzable, pero tan real como un látigo que castiga sin piedad. Aun así parece ser  el único recurso que había que considerar desesperadamente ya que las reservas se estaban agotando día a día y como aprovechar esa energía, nadie lo sabía.

En una ocasión, en la que ya se había perdido la noción del tiempo, justamente en el gran patio de la comunidad, se reunió el consejo popular para decidir quién o quienes serian los que desafiarían a la mismísima muerte. Dejar la colonia para ir a Fortaleza, en busca de ayuda, la ciudad de donde vendría la esperada salvación. No había nadie que se ofreciera como voluntario, los pocos hombres habían sido revestidos de un temor inusual en su género, ya era bastante para ellos andar por el lado externo de los muros buscando serpientes como almuerzo para la gente; fuera de la colonia les esperaba una horrible muerte, ellos lo saben No se dejaría para mañana la cuestión. Fue el doctor Harvey quien al amanecer dio por terminado el asunto cuando cruzo la plaza central ante miradas soñolientas y rostros demacrados por el desaliento, luego que el silencio se apodero de los labios resecos. Hace un tiempo, su amigo Jean Marie Dupré en su lecho improvisado de enfermedad terminal, le pidió que cuando el muriese, lo que sucedió dos días después, se hiciera cargo de su gran amigo al cual amaba mucho y lo había acompañado por más de diez años, un perro vagabundo que alguna vez encontró en su deambular en medio de una ciudad en ruinas. Como el animal debía adaptarse a nuevos rostros  nunca obedeció a su nombre real cuando lo llamaban, al doctor Harvey se le ocurrió que debía bautizarlo con el nombre de quien fuera en vida su dueño, así que ahora el can, venia inmediatamente cuando escuchaba gritar:¡Dupré! ¡Dupré!

Acto seguido le prepararon el único caballo que había quedado en la colonia, nadie jamás había considerado la posibilidad de que haya tenido este propósito, el mismo todavía estaba en pie y mantenía su espíritu salvaje de a momentos. No iba a ser problema para un experimentado jinete, “¿alguien sabe su nombre?” La niña que lo trajo de las riendas no dijo nada, entonces el doctor pensó en “Bálsamo” y así es como lo llamaría. Bastante agua y algo de carne seca de serpientes en las alforjas para que pueda combatir el hambre mientras dure la travesía, nadie contaba con el perro ni el caballo, no significaban más que acompañantes ocasionales de un viaje sin retorno tal vez  “¿Y qué hay si no me alcanza la comida?─ Pregunto Harvey ─ “¿Alguien sabe que pasará?”

Guardaron silencio y la niña muda que lo había cuidado tanto tiempo refregó varias veces el cuello de Bálsamo, esa era la respuesta, el doctor entendió y bajó la mirada al momento que sus talones golpearon en el animal que entendió que ya era hora de marcharse.

El sol abrasador y un contexto desértico en lo que en otro tiempo fuese un gran bosque deja ver la silueta de un fatigado hombre acompañado de un perro que va montado sobre el lomo de un caballo. A lo lejos divisa una vertiente de agua junto a jóvenes palmeras y se apresura a llegar, pero el espejismo se desvanece cuando esta cerca de alcanzarla. Baja lentamente del exhausto animal con el pensamiento de que pronto empiece a oscurecer y la noche sea un alivio. El tamaño del animal hace de un pequeño reparo y así lo siente. Debe racionar el agua pues no sabe cuánto falta para llegar a su destino. La noche se hace un suplicio en la mente y presiente que en su descanso algún gigante pueda atacarlo.

Amanece y nuevamente el día lo castiga sin piedad, el sol se ha empecinado a terminar con su vida y aun así comparte de lo poco que queda de líquido.

Pasa ambas manos sobre su rostro quitando el sudor y escucha que alguien le dice:

“Esta noche vendrán por ti Harvey”…

No había nadie cerca, por lo menos la rápida visión de un giro de la cabeza de izquierda a derecha. Tal vez el calor del día estaba dando sus frutos, Dupré lo está mirando fijamente hasta que la misma frase le llega al oído como una advertencia.

“¿Me oíste bien? No hay tiempo que perder”…

El doctor Harvey está tratando de reaccionar pensando que tal vez su imaginación le estaba jugando una broma. El perro se acerca un poco más y le confiesa algo importante.

“En verdad los animales hablamos con algunos pocos aunque no todos los humanos saben escucharnos”…

No se atrevió a decir nada, es que no había nada que decir tampoco ¿quien le creería que un perro puede armar una frase razonable? se miraban de rabillo, desconfiando el uno del otro. Luego de varios días de viaje, el agua se acabó y también las fuerzas de Bálsamo, quien no podía dar un paso más. Se desplomó.

“Mátame doctor”…le dijo el caballo y otra vez el asombro de escuchar hablar a un animal, al fin y al cabo, era un pedido de clemencia para acabar con su agonía.

“Mátame y beban mi sangre, será la única manera de que puedan continuar otro tiempo más…”

Dupré, con su agitada respiración y la lengua reseca mira al doctor, como esperando que resuelva este problema.

“Vamos doc, no estarás usando el psicoanálisis en este momento ¿o sí? él ha dicho algo sensato Algo muy valiente, tu decisión no solo nos da una oportunidad, vale la vida de todos los que confiaron en ti como aquel que puede hacer lo que nadie se atrevió jamás”.

Bálsamo estaba rendido sobre la llanura y su hocico apenas levantaba una nubecita de polvo. Se sacudía en convulsiones sofocado sobre sí mismo y ya sus ojos comenzaban a ponerse vidriosos.

Abrió el cuello de Bálsamo y atrapo la incisión en su boca con desesperación, luego hizo otro corte en el anca del caballo para Dupré y ambos bebieron hasta que fue suficiente con las arcadas vomitivas que produce la sangre caliente y además dulce. El doctor Harvey se termino por desmayar y estuvo inconsciente por un par de horas, hasta que el perro lo despertó lamiendo la sangre seca de su rostro.

El sol iba cayendo y era necesario buscar un refugio “Vamos doc, hay que seguir adelante, antes que los gigantes nos encuentren indefensos” Se levanto y cargando su bagaje retomaron su destino.

 “¿Qué le pasó al hombre que perdió el control del mundo? ─ Pregunta Dupré que estaba de espaldas sobre una roca, mientras caía la tarde y una ventisca movía su pelaje.

       ─ La humanidad creó a los gigantes amigo mío, nosotros le dimos poder, ellos existieron siempre, pero nunca se habían manifestado como una amenaza, en cada rincón de la tierra hay un gigante esperando para acabar con cualquiera. Creo que en la oscuridad del alma, allí se gestaron…sí, creo que así fue como sucedió. Donde el ser se vuelve corrupto al considerarse en peligro y simpatiza con la muerte. Allí donde cada cual  puede decidir si la próxima generación tendría la oportunidad de trascender es donde se descontrolaron, porque se rebelaron muy sutilmente hasta tener el derecho de decidir como regular la existencia. Y fue un detonante a enfrentamientos de humanos contra humanos, cualquier raza o color y nunca supimos quien gano la disputa porque todos se enfrentaron contra todos. Y con el fin de arruinarle la existencia al otro, envenenaron el agua, hicieron explotar los pozos de petróleos, contaminaron el aire y los alimentos esenciales en cada parte del mundo. Nadie puede comprar nada porque el dinero no existe, y si lo hay no vale nada, no hay electricidad, ya nadie gobierna en su tierra porque no hay fronteras ¿Me estas escuchando Dupré?

       ─ Ahora entiendo.

       ─ ¿Que es lo que entiendes?

      ─ Jean Marie, no murió de muerte natural…

      ─ ¿Por qué lo dices?

      ─ Lo vi inyectándose algo, días antes de morir, creo que el busco su propia muerte…

      ─ ¿Lo ves?, lo deseaba de una manera o de otra, la muerte les arroja sobre la mesa, la única solución a sus temores, por momentos yo también desconfío de mi valor aunque no lo creas y cuando tuve que cortarle el cuello a Bálsamo también quise acabar conmigo. Me da temor pensar que puedo cobijar este pensamiento y siento que cada hora se hace más fuerte y se ramifica en cada una de mis neuronas ─ El doctor Harvey esta sudando mucho, demasiado como para justificar estados alterados reprimidos. Dupré, no dice nada, sus ojos se mueven en ambas direcciones rapidamente.

       ─ No se mueva doc, creo que hay alguien que nos está espiando, mi oído puede percibir una presencia silenciosa que se desplaza en la oscuridad de los alrededores.

       ─ ¿Lo ves Dupré? Te lo dije se ha generado en mi alma, así es como convive el pensamiento de un miedo devastador en mí, y en cualquier hombre también.

       ─ Pronto amanecerá doc y necesitaremos tener una decisión tomada y es que ni tú, ni yo podemos quebrarnos ahora, tal vez estemos en la última parte de nuestro destino, yo confió en ti, no hubiese venido con otra persona, juntos podemos lograrlos. Mírame, pero mírame bien a los ojos, ni Jean Marie, ni nadie supo jamás que yo podía hablar con un humano. Este fenómeno ocurre en algunos animales que conviven mucho tiempo con la misma persona, pero a Jean Marie le faltaba algo. De pronto apareciste tú, y tu personalidad desató mi lengua. Esto no es para cualquiera pero una vez que sucede; comienza una aceleración de vida en el metabolismo de un animal, entonces podrás contar mis días con los dedos de tu mano, además de esto, repentinamente voy a perder la visión, ya lo veras.

La bruma del amanecer trae una mezcla de noche y día, de vapores y emanaciones de una tierra caliente que ventila azufre de las profundidades. El doctor Harvey hace un alto y le dice a Dupré, que este es el peor lugar que deberán cruzar, porque es la zona de  “Visiones infernales” en donde “los gigantes vendrán para atemorizarnos, confundirnos y desanimarnos, cuando mas temor tengamos ellos se harán reales y mas fuertes para enloquecernos con gritos y  tormentos de los que han muerto en este sitio. Harán trizas nuestro valor y nos llenaran de una gran desesperación, hasta que el corazón explote”. Luego de estas palabras la eminencia en psiquiatría no echo mano a su conocimiento académico sino al sentido común. Tomo un paño y lo rompió, con el mismo hizo tapones para sus oídos y para el perro también, además una cinta para sujetarlos. Dupré mueve su cola y está en posición de ataque, esto anima al doctor “¡Ahora sí!… ¡vamos!”…fue la arenga valiente a una milicia compuesta por los únicos dos soldados sentenciados a morir en el desierto yermo.

“Comprendí que la única manera de vencer al tan temible “Temor” era enfrentándolo. Descubrir el lado débil de todos los miedos me dio confianza. Aquella decisión fue lo más acertado que pude haber hecho en toda mi vida. Camine directamente hacia él, lo que me inhibió tanto tiempo en dar el próximo paso finalmente tendría que retroceder. Tengo por testigo a mi fiel amigo, la otra mitad de mi valor, ahora ya nada me detiene voy camino a “fortaleza” la ciudad de mi destino eterno”.

Las más impresionantes bestias creadas para este fin los rodearon como aquello que debía ejecutarse por juicio sobre sus vidas. Las violentas contorsiones aéreas de inmensas aves de rapiña, como también increíbles animales gigantescos que flanqueaban el avance de dos minúsculos personajes  decididos a cruzar la tierra de “Visiones infernales”, Dupré comienza a desfallecer y aun así lucha enfrentando con valor a cada instante, ya que un perro percibe los sonidos aun con tapones en sus orejas. Finalmente pierde aquella protección y entonces se aturde y cae retorciéndose “¡Vamos amigo, levántate!” Pero “Temor” ha llegado para aniquilar al valiente guerrero. El doctor Harvey lo levanta en sus brazos y cruza entre el humo y la inmensa polvareda que los gigantes han generado en esta cacería. Seguir adelante sin mirarlos, cruzar por entre ellos menoscabando el presumido poder que ostentan fue suficiente para que luego de un largo tiempo, todo se fuese desvaneciendo poco a poco. Nadie lo había logrado antes, quien lo intento alguna vez, nunca más volvió, la bruma se fue disipando hasta dejar ver en un horizonte cercano la ciudad buscada.

Las puertas se abrieron y muchos corrieron para ayudarlos. Cuando pudieron recuperarse emprendieron el regreso. Dicen que cuando pudieron ver la ayuda que llegaba, la algarabía de los habitantes de Harveyland se alcanzo a escuchar a casi un día de camino. Los que sobrevivieron fue porque unos pocos se ofrecieron de alimento para mantener con vida a los niños, pero a esta altura de la historia de la humanidad esto era algo que se asumía como una alternativa posible y justificada. Siempre se escuchaba en las fogatas, a los que echaban mano al imaginario popular relatando la hazaña increíble que hacia brillar los ojos a cualquier desalentado. De cómo un solo hombre logro vencer a los gigantes. Claro que ninguno de los cuentistas conocía  con certeza como sucedieron en verdad todas las cosas, pero eso ya no importaba, importaba ver a una leyenda viviente caminando entre ellos. Un hombre solitario que a la distancia parece que hablara con un viejo perro ciego. Un hombre poco común, el es el magnífico doctor Harvey.

 

Autor: David Fernández - Copyright

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