viernes, 8 de marzo de 2024

LOS MISERABLES

 



LOS MISERABLES

Una de mis escenas fílmicas favoritas de todos los tiempos es la secuencia con la que comienza la versión cinematográfica de 1998 de Los miserables de Víctor Hugo. Liam Nesson hace el papel de Jean Valjean, un delincuente amargado que acaba de salir en libertad condicional de un campo de trabajos forzados en Francia.

Tarde en la noche, Valjean llega por casualidad a la casa de un sacerdote quien le invita a comer y le ofrece comida y refugio. Esa noche Valjean se roba toda la vajilla de plata de la casa.

El sacerdote se levanta al escuchar un ruido y Valjean lo golpea en la cabeza y lo derriba. Luego se va con la plata robada.

Temprano, a la mañana siguiente, la policía lo lleva de regreso a la casa del sacerdote. El guardia en tono burlón le comenta: “¡Nos dijo que usted le regalo estos cubiertos de plata!”. Al ser un prisionero en libertad condicional, si el sacerdote confirmaba que le había robado los cubiertos, Valjean, volvería a prisión de por vida.

El sacerdote todavía con la cara magullada y ensangrentada por lo ocurrido la noche anterior, mira a Valjean y dice: “¿Si, por qué? Yo se los regale” Y luego agrega inesperadamente “Estoy muy enojado contigo, Jean Valjean, porque olvidaste los candelabros ¿Por qué te olvidaste los candelabros? Valen casi 3000 francos. El guardia ordena de inmediato que liberen a Valjean. Mientras tanto, Valjean se queda estupefacto ante el giro de los acontecimientos. El sacerdote sabia que él había robado la plata y Valjean sabía que el sacerdote lo sabía. Y, sin embargo el sacerdote no solo confirmo lo dicho por el convicto, sino que le entrego más. A modo de explicación,  el sacerdote le dice en voz baja: “Y ahora no lo olvides. Nunca lo olvides. Has prometido convertirte en un hombre nuevo. Jean Valjean, hermano mío, ya no perteneces al mal.

Con esta plata, compre tu alma. Te he rescatado del miedo y del odio, y ahora te devuelvo a Dios.”

J.D. GREEAR

Reflexión:

“Un receptor de gran misericordia, se convierte en un dador de gran misericordia.”

“Nadie que haya sido alcanzado por el perdón puede esconderse entre los arbustos de la crueldad haciéndose insensible.”

“Un hombre nuevo se vuelve irreconocible, cambió su mente, cambió su corazón.”

“Muéstrame un hombre que dice que ha cambiado y miraré sus acciones.

David Fernández

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