LOS MISERABLES
Una de mis escenas fílmicas
favoritas de todos los tiempos es la secuencia con la que comienza la versión
cinematográfica de 1998 de Los miserables
de Víctor Hugo. Liam Nesson hace el papel de Jean Valjean, un delincuente
amargado que acaba de salir en libertad condicional de un campo de trabajos
forzados en Francia.
Tarde en la noche, Valjean llega por casualidad a la casa
de un sacerdote quien le invita a comer y le ofrece comida y refugio. Esa noche
Valjean se roba toda la vajilla de plata de la casa.
El sacerdote se levanta al escuchar un ruido y Valjean lo
golpea en la cabeza y lo derriba. Luego se va con la plata robada.
Temprano, a la mañana
siguiente, la policía lo lleva de regreso a la casa del sacerdote. El guardia en
tono burlón le comenta: “¡Nos dijo que usted le regalo estos cubiertos de
plata!”. Al ser un prisionero en libertad condicional, si el sacerdote
confirmaba que le había robado los cubiertos, Valjean, volvería a prisión de
por vida.
El sacerdote todavía con la cara magullada y
ensangrentada por lo ocurrido la noche anterior, mira a Valjean y dice: “¿Si,
por qué? Yo se los regale” Y luego agrega inesperadamente “Estoy muy enojado
contigo, Jean Valjean, porque olvidaste los candelabros ¿Por qué te olvidaste
los candelabros? Valen casi 3000 francos. El guardia ordena de inmediato que
liberen a Valjean. Mientras tanto, Valjean se queda estupefacto ante el giro de
los acontecimientos. El sacerdote sabia que él había robado la plata y Valjean
sabía que el sacerdote lo sabía. Y, sin embargo el sacerdote no solo confirmo
lo dicho por el convicto, sino que le entrego más. A modo de explicación, el sacerdote le dice en voz baja: “Y ahora no
lo olvides. Nunca lo olvides. Has prometido convertirte en un hombre nuevo.
Jean Valjean, hermano mío, ya no perteneces al mal.
Con esta plata, compre tu
alma. Te he rescatado del miedo y del odio, y ahora te devuelvo a Dios.”
J.D. GREEAR
Reflexión:
“Un receptor de gran misericordia, se convierte en un
dador de gran misericordia.”
“Nadie que haya sido alcanzado por el perdón puede
esconderse entre los arbustos de la crueldad haciéndose insensible.”
“Un hombre nuevo se vuelve irreconocible, cambió su
mente, cambió su corazón.”
“Muéstrame un hombre que dice que ha cambiado y miraré
sus acciones.
David Fernández
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